Page 12 - Revista TecnoAgro No. 163. Marzo. Cítricos
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bajísimo contenido de este elemento en la suelo de la huerta como lo demuestra el análisis (4.9
mg kg-1); mientras que las concentraciones foliares de los demás elementos, aunque en bajas
concentraciones, según la interpretación del ensayo de suelo de Castellanos et al. (2000), se en-
contraron dentro de los rangos de suficiencia.
Cuadro 1 Diagnóstico foliar de nutrientes en árboles de mango ʻAtaulfoʼ en Nayarit, México.
El nitrógeno es uno de los principales elementos estructurales de las plantas y juega un papel im-
portante en el crecimiento vegetativo y reproductivo. Zong-min et al. (2012), afirmaron que este
elemento representa el 2% de la materia seca de las plantas y es componente de proteínas, áci-
dos nucleicos, coenzimas y numerosos metabolitos secundarios (Miller y Cramer, 2004), su falla
reduce el crecimiento de las plantas y el área foliar con la consiguiente disminución de la tasa de
fotosíntesis. El manejo adecuado del N en las plantas hortícolas conduce a la obtención de flores,
frutos y semillas de alta calidad.
En especies frutales, la deficiencia de nitrógeno puede inducir el aborto del polen; si se sumin-
istra adecuadamente el N mejora la longevidad del huevo (Díaz, 2002) lo que lleva a mejorar el
agarre del fruto.
En mango se ha observado que el mal manejo del suministro de N al árbol afecta la producción
de flores, número y calidad de frutos; el exceso de este elemento en el suelo promueve un vigoro-
so crecimiento vegetativo a expensas del reproductivo (Medeiros et al., 2004).
Al analizar el efecto de los tratamientos sobre la concentración de nutrimentos en hojas se ob-
servó que la aplicación de B, solo influyó en la concentración de Ca y B; la mayor concentración
de Ca se obtuvo con la dosis de 100 g de B; se observó que las tres dosis de boro en el suelo mejo-
raron la concentración de B en la planta (Cuadro 2). Esto significa que el B aplicado fue absorbido
y transportado vía xilema al árbol, mejorando la absorción de Ca, que se encontraba en muy baja
concentración (Castellanos et al., 2000) en el suelo de la huerta (423 mg kg- 1 de suelo).