Las exportaciones de frutas exóticas de México siguen creciendo exponencialmente, con más y más apetito en mercados como la UE. Sin embargo, su mayor mercado sigue siendo doméstico. Las frutas exóticas más conocidas incluyen la piña, el mango y el plátano, pero la guayaba (Psidium guajava L., o guayaba en español) es menos conocida en el extranjero.
La guayaba se origina en América del Sur, pero hoy en día se cultiva en muchos países, incluida la India, el mayor productor mundial. El tipo de pulpa blanca pesa un promedio de 150 gy consiste en un 75 por ciento de pulpa. La fruta se considera muy saludable, ya que cada 100 g contiene aproximadamente 228 mg de vitamina C, que es hasta siete veces más que una naranja. Entre otros beneficios, también se dice que mejora la fertilidad masculina. Las comunidades de la región amazónica utilizan las semillas con fines medicinales para la diarrea y el reumatismo. La alta concentración de betacaroteno, vitamina A y C, así como cobre, zinc y selenio en el aceite de semilla de guayaba ha despertado el interés en su potencial aplicación cosmética. En el departamento de Vaupés de Colombia, el gel se extrae de las versiones más coloridas y se aplica como pintura en sombreros, canastas y otros productos artesanales.
Algunos actores de la industria en México estiman que el mercado de biocontroles y bioestimulantes tiene un valor de alrededor de U$400 millones, pero aún está lejos de alcanzar su potencial.
El mexicano Eliseo Santos quiso sumarse al boom del tomate. Hace unos diez años, en su huerta en Puebla, comenzó a producir esta hortaliza para exportación. Sin embargo, problemas fitosanitarios entorpecieron sus planes. Enfermedades como Phytophthora, Fusarium y Rhizoctonia se convirtieron en un obstáculo. Su primera reacción fue abordarlos con los productos químicos disponibles en el mercado. “Sin embargo, con cada temporada, estas enfermedades se volvieron más resistentes e impidieron que la fruta expresara su verdadero potencial”.
Fue entonces cuando buscó solucionar el problema de raíz. Literalmente. El agricultor buscó una solución a base de microorganismos que mejoraran la vida de las bacterias, hongos e insectos que rodean el sistema radicular de sus hortalizas y promovieran la resistencia y el crecimiento de las plantas. Lo combinó con sus productos habituales y los resultados no se hicieron esperar: “Aumentó la sanidad y la producción de las plantas”, dice Santos, que ahora produce tomates para exportación, además de pepinos y pimientos.
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