“Casi todas las frutas y hortalizas pueden prepararse a través de técnicas que implican en muchos casos, su transformación. Esto al final, es un deleite al paladar creando nuevas sensaciones gracias a ese proceso.”
Por: Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
Los frutos como las manzanas, pepinos, cítricos, duraznos, nectarinas se enceran para aminorar la deshidratación. Esto permite que la vida post cosecha mejore, reemplazando las ceras naturales que se han perdido por los lavados, así como para sellar las pequeñas heridas que pudieran haberse producido por su manipulación. En algunos casos son empleados como soporte para la aplicación de algunos fungicidas o muchas veces para mejorar su apariencia incrementando el brillo.
Existen diferentes tipos y formulaciones de ceras para aplicarse por aspersión, inmersión, goteo, espuma u otras formas. Para una correcta aplicación se necesita la distribución uniforme de la cera mediante cepillos blandos, rodillos de fieltro o algún otro modo que asegure la cobertura total del fruto con un espesor constante. El exceso de cera puede bloquear el intercambio gaseoso del fruto con el ambiente, provocando asfixia o acumulación de gases, generando el ennegrecimiento de los tejidos internos, así como al desarrollo de malos olores o sabores. Lo más importante es que la cera sea aprobada para el consumo humano.
En nuestro país, las actividades agropecuarias, acuícolas y pesqueras se ven permanente afectadas por fenómenos naturales que, según los pronósticos, podrían aumentar en frecuencia y severidad.
Ante ello, resulta imperante contratar seguros que protejan las actividades productivas, por eso la SAGARPA ha venido construyendo, junto con los Gobiernos Estatales, una estrategia nacional de aseguramiento catastrófico, para atender a productores que no cuentan con aseguramiento propio y que hayan sido afectados por contingencias climáticas.
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