Aunque se reconoce que la innovación en mejoramiento vegetal ayuda a producir semillas para afrontar los desafíos globales como alimentar al mundo en crecimiento como ya se anotó, es clave tener en cuenta el medio ambiente, los propios agricultores y las personas a quienes debe garantizárseles la seguridad alimentaria.
Por Germán Palomo García
Una tradicional controversia en es considerar que su sector agropecuario es la vocación de su economía versus otros que creen que las actividades primarias se realizan por tradición, es decir, legadas de sus antecesores. Hoy, la participación mayoritaria de la “agricultura, la ganadería y la pesca” como sector primario en el PIB que comparte con el Comercio y la Construcción con escasa diferencia, descansa en el café, el arroz y la piscicultura. Esta última desarrollada hace 40 años con importantes avances en producción y exportación. Sin embargo, las tendencias mundiales le otorgan a los países productores de alimentos un futuro muy prometedor por el crecimiento de la población mundial que hacia el 2050 alcanzará los 9.500 millones de seres humanos.
Las semillas, tan viejas como la humanidad misma
Para el Ing. Ariza, el mejoramiento vegetal, que él denominó como “la domesticación de la agricultura” se logró 10.000 años antes de Cristo con la domesticación del trigo, es decir, desde hace más de 10.000 años agricultores y fitomejoradores han estado mejorando y desarrollando nuevas variedades de plantas. Pero hace apenas 150 años científicos y fitomejoradores lo han hecho a partir de bases científicas (resistentes a hongos, a insectos, por ejemplo). Esto ha permitido que hoy, los agricultores produzcan 10 veces más alimentos utilizando la misma cantidad de suelo que hace 100 años.
Una trilogía definitiva
No obstante, aunque se reconoce que la innovación en mejoramiento vegetal ayuda a producir semillas para afrontar los desafíos globales como alimentar al mundo en crecimiento como ya se anotó, es clave tener en cuenta el medio ambiente, los propios agricultores y las personas a quienes debe garantizárseles la seguridad alimentaria. En cuanto al primer factor, se trata de obtener más alimentos usando las mismas hectáreas de cultivo disminuyendo los GEI, gases de efecto invernadero, el uso eficiente del agua y la reducción de la erosión del suelo entre las variables más importantes; los agricultores deben lograr cosechas más abundantes y confiables bajo el marco de rentabilidad e ingresos estables y una mayor diversidad de semillas adaptadas a las condiciones locales para su crecimiento y a los consumidores, que somos todos, esperan una oferta de alimentos más nutritivos, dietas diversificadas y balanceadas y un mejoramiento de la salud, el bienestar y la calidad de vida. Es claro el papel estratégico de las semillas.
Panorama de las semillas en el mundo
El Mercado Mundial de Semillas al 2018 alcanzó los US$ 60.000 Millones y se prevé que este mercado alcance los USD$ 113.280 millones para este 2022. Este mercado está dominado por Holanda, Francia, Estados Unidos y Alemania como los cuatro principales exportadores. Entre los 10 exportadores está Chile como único latinoamericano. Curiosamente, como lo señaló Ariza Ramírez, las importaciones de semillas son realizadas por los mismos grandes exportadores. Las semillas se obtienen de tres maneras: mediante la selección y el conocimiento ancestral, la selección a través del mejoramiento científico mediante técnicas convencionales y biotecnología moderna e innovación en mejoramiento de plantas “edición de genes”. Las dos últimas hacen el concepto de “seleccionadas” y “certificadas” pero las primeras son igualmente utilizadas y aceptadas, pero con resultados inferiores.