Holanda, que en 1880 comenzó con la producción de flores hoy es una gran potencia mundial en materia a cielo abierto e invernaderos, pues sus cosechas proveen de manera internacional. Su desarrollo es tan fuerte, que las fotos aéreas de la principal localidad (Aalsmeer) de producción lucen de colores por todos lados.
Aalsmeer es una comunidad a 21 kilómetros de Ámsterdam y es clara muestra de la organización entre productores, comercializadores, empacadores y toda la cadena productiva. Exportan aproximadamente 18 mil 500 millones de dólares en bulbos, tubérculos y flores. El área cuenta con 30 mil habitantes, y a nivel mundial se le conoce como “la capital de las flores”.
En este lugar se subasta el precio de las flores y participan todo tipo de especies, las cuales conforman un aglomerado de 20 mil diferentes especies de plantas cultivadas por más de 5 mil productores; donde sólo 600 de ellos son extranjeros. La zona de Aalsmeer cuenta con 260 hectáreas (lo que equivale aproximadamente a 400 campos de fútbol) de flores para vender.
Su esquema de compra-venta (donde cuentan con un reloj que marca el nivel del precio de la flor) fue implementado en el año 1950; y, a la actualidad suman 38 salas con relojes para la vendimia y se transportan en trenes especiales al aeropuerto para su pronta entrega al país importador. Este patrón avanzado de mercantilización, fue posible por la organización y especialización de los productores.
Se sabe que en México existe el recurso natural de flores y hortalizas para promover el desarrollo de comercialización; sin embargo, no se da marcha al pronto avance. En Holanda, por el año de 1939 la actividad floricultora se distribuía en bicicletas y chinampas; actualmente en algunas zonas de nuestro país, como Xochimilco, aún se realiza de tal manera. Finalmente, esto nos deja observar que el alcance de objetivos resulta del trabajo en equipo y la constante suma de esfuerzos.