Las plantas medicinales, que por años han caracterizado a la cultura mexicana están extinguiéndose. Las nuevas generaciones poco aprovechan sus beneficios, pero existen proyectos de rescate de estas especies que están encaminadas al beneficio y comercialización. Estas acciones en pro de la conservación ingresaron en el año 2004 cuando las Naciones Unidas crearon el decenio de la sustentabilidad.
A nivel nacional son pocos los viveros de plantas medicinales que hay registrados; en Yucatán, donde indígenas mayas han mantenido plantas en los patios de sus casas para rescatar algunas especies. Con ello, tienen conformados 4 viveros de plantas medicinales. Los pobladores las han agrupado y clasificado; y, con apoyo de científicos las han estado certificando para que en el futuro ninguna otra nación se ostente como dueña de ellas.
Hasta el momento se llevan 89 plantas certificadas por medio del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY); es decir, que se ha comprobado científicamente sus beneficios a la salud. Uno de los cuatro viveros se llama “X ka’an Sajil” (lugar de enseñanza) ubicado en el municipio de Acanceh, en Yucatán. Este vivero tiene 200 plantas clasificadas como medicinales.
Los otros tres viveros se ubican en los municipios de Cantamayec, Yaxcabá y Sotuta. A su vez, está en mira el proyecto de un quinto vivero. La labor de salvamento de estas plantas incluye a: la “chaya” por su bondad diurética y nutricional, el “X kakltún” que ayuda a la cicatrización de heridas y llagas, la “X k’an lool” para la diabetes, la “flor de mayo” para hemorroides, el “balché” para el asma y catarro; y, la “siempre viva” para el dolor de cabeza y cataratas, entre muchas otras.
El reto de estos proyectos es que los niños, jóvenes y adultos conozcan sus propiedades; sepan que las plantas medicinales son la base de los laboratorios farmacológicos. También la meta es crear áreas específicas para su reproducción, y en un futuro expandir la comercialización de las mismas.