“Los colores de los vegetales pueden parecernos increíblemente bellos por su forma. Además de uso culinario, algunos de ellos también podemos encontrarlos en formas que no podríamos imaginarnos.”
Por: José Luis Solleiro Rebolledo
Araceli Olivia Mejía Chávez.
El chile habanero (Capsicum chinense), es un cultivo tradicional del sureste mexicano, el cual es uno de los productos más reconocidos no solo en México, sino en el mundo, ya que los beneficios que aporta son de aspecto gastronómico, cultural, industrial y económico.
Es una planta herbácea que alcanza hasta 2.5 m. Estas plantas cambian de color de acuerdo con su madurez, al ser inmaduras son color verde y en estado semimaduro y en maduración son anaranjadas y rojas. Este chile, además de comestible en múltiples platillos, por sus propiedades contiene: alto nivel de potasio, vitamina A, C y E, capsaicina, con una demanda considerable de industrias como la farmacéutica, alimentaria, química, electrónica, militar, entre otras; para la elaboración de cosméticos, ungüentos, lociones, cremas, gas lacrimógeno, recubrimiento de sistemas de riego o cables eléctricos para la protección contra roedores, pintura para barcos, etc.
El chile habanero se aprecia en el mundo, por la pungencia y alto contenido de capsaicina. En México, la producción nacional de este chile, fue de 9 millones 351 toneladas en 2015, con valor de 166.9 millones de pesos, en el que los principales estados fueron Yucatán, Tabasco y Campeche. Esta industria cuenta con la ventaja competitiva de la denominación de origen de chile habanero desde 2010. La producción es mayor en el ciclo otoño-invierno con el 57%, mientras que en el ciclo primavera-verano, se genera el restante 43%. En estados como Yucatán (41%) y Tabasco (32%), producen en conjunto el 73% de la producción nacional.
El 80% de la producción de chile habanero se comercializa como fruto fresco y el 20% restante está dirigido a la elaboración de salsas, pasta y deshidratados.
Internacionalmente los países con mayor demanda tienen este producto como: Estados Unidos, Japón, China, Tailandia, Inglaterra, Canadá, Cuba y Panamá, en el que los únicos países exportadores son México y Belice. Según los especialistas, la demanda internacional de chile habanero crece aproximadamente un 13% anualmente. Aunque la producción nacional no es suficiente para satisfacer el mercado internacional, ni tampoco la de agroindustrias locales. Es necesario establecer un nuevo esquema de incentivos y capacitación a productores, para que se pueda contar con un suministro mayor, confiable y de calidad suficiente para integrar mejor la cadena de valor.
Por lo que se requiere de igual manera, que los productores estén mejor organizados para aprovechar las oportunidades de mercado y apoyos técnicos que les ofrece el entorno. Así como también es necesario capacitar a los productores, con la finalidad de aumentar o mantener sus rendimientos de cultivo y la homogeneización de producir el chile habanero. En diversos Centros de Investigación Científica de Yucatán (CICY), se han realizado esfuerzos en materia de innovación para mejorar la calidad y la producción.
El CICY, cuenta con un banco de germoplasma y una unidad de producción de semilla de diversas variedades de chiles habaneros en diferentes colores, tamaños, formas y calidad para diferentes aplicaciones. Hasta el momento este Centro ha generado y registrado nueve variedades que ya se comercializan en el mercado nacional e internacional.
Aprovechar esta fuente de semilla podría ser la base para programas de mejora a efectos de satisfacer la demanda. Mientras que INIFAP, ha generado y probado paquetes tecnológicos adaptados a diferentes condiciones agroecológicas y tamaño de parcelas. Esta institución ofrece su experiencia en el trabajo con los productores, capacitación en el manejo del cultivo y su capacidad de monitoreo de parcelas.
La investigadora del CICY, la Dra. Nancy Santana, señala que con la introducción de innovaciones se puede elevar de manera sustancial el rendimiento por hectárea, con lo que se alcanzaría la producción para abastecer los mercados. Además de encontrarse investigando sobre el mejoramiento genético para crear resistencia a la salinidad, sequias y plagas, ya que el chile habanero es muy susceptible a estrés y enfermedades.
En pocas palabras, el chile habanero es un producto con gran potencial y desarrollo pleno, que requiere de la innovación, la organización de productores y empresas procesadoras y participación de los agentes que ofrecen servicios tecnológicos para impulsar su competitividad. Por lo que no cabe duda en que es un buen negocio para todos.
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