Actualmente el mayor uso del maíz es en el campo alimentario, sin embargo existen tecnologías disponibles para obtener óptimos rendimientos y excelentes productos, destinados a satisfacer exigencias de otros mercados.
El aceite de maíz es uno de ello, es de los aceites vegetales con mayor proporción de grasas poliinsaturadas (58.7%) solamente superado por el aceite de nueces que contienen un 63.3%. La obtención se realiza a partir del almidón de maíz humedecido, posteriormente se muele y se seca el producto, que pasa posteriormente por un proceso extracción y finalmente el aceite crudo es refinado.
En el sector alimentario, el aceite de maíz se utiliza en la producción de margarinas, mayonesa, productos dietéticos, comida para bebés. En la industria cosmética, se emplea para producir producción de jabones y productos para el cuidado del cabello. Asimismo, se utiliza como materia prima para lubricantes y productos para el cuidado del cuero en industrias especializadas.
Otro proceso industrial es para obtener harina de maíz, que es un polvo, más o menos fino producto de la molienda del grano seco del maíz; puede ser integral o refinada. Está formada fundamentalmente por almidón y zeína, que es un tipo de proteína. Su principal ventaja es que carece de gluten, por lo que resulta adecuada para personas que sufren intolerancia al gluten, sin embargo y por la misma razón, no puede ser utilizada como ingrediente exclusivo en la fabricación de pan.
Asimismo, este grano puede ser transformado para la producción de biocombustibles como el etanol de maíz, empleado como combustible de automoción, como aditivo de la gasolina y para mejorar la ignición en motores diésel, porque generan una menor contaminación ambiental y son una alternativa viable al agotamiento ya sensible de energías fósiles, como el gas y el petróleo.