La calabaza, está presente en nuestra alimentación diaria, pero en esta fecha, por la celebración del Día de Muertos, toma relevancia, pues el dulce de calabaza no puede faltar en el altar dedicado a los difuntos.
En México desde el verano hasta el invierno hay calabazas, pero ya entrados los meses, por ahí de septiembre y octubre, llegan, grandes y dulces, con su corteza mucho más dura, cuya pulpa tiene menor contenido de agua, a este tipo pertenecen la sidra, la banana, la confitera o de cabello de ángel y la famosa calabaza de Castilla.
En algún momento de la historia, las calabazas de cáscara dura fueron relegadas de los recetarios mexicanos y actualmente éstas únicamente se consumen en preparaciones muy específicas y estacionales, como la calabaza en tacha, cristalizada o asada.
Sin embargo, gracias al sincretismo que se ha dado en las festividades de Día de Muertos y Halloween, hoy regresan para adornar las ofrendas y degustarlas en un sinfín de platillos.
Entre estos destaca la calabaza en tacha, dulce originario de Puebla, nombre que adquiere por el traste en el que se prepara que es conocido como tacho y para la preparación de este delicioso postre se emplea azúcar, miel o piloncillo y se acompaña con un toque de canela.
Una de las propiedades más importantes de este delicioso postre y que muchos desconocen, es que el dulce de calabaza sirve como un fuerte remedio en contra de las bacterias y parásitos intestinales, esto debido a los huesos de la calabaza que suelen dejarse ahí para la preparación del postre.
La producción nacional de calabaza de la variedad kabocha es de más de 46 mil 600 toneladas y es Sonora el principal productor con 43 mil toneladas. De la variedad Castilla, tenemos 18,063 toneladas, destaca Michoacán como el líder productor con 7 mil 725 toneladas.
Este Día de Muertos, recuerda que regresarán nuestros difuntos del lugar donde se fueron al morir a visitarnos, espéralos con alegría, y por supuesto con una hermosa ofrenda llena de olores, colores y sabores.