El fuerte aroma del cempasúchil, según la tradición mexicana, guía a los muertos de regreso a sus casas para compartir con sus familiares, como cada año, el pan, la sal y la luz que necesitan para continuar su camino.
Originaria de México, la flor de cempasúchil (Tagetes erecta) es junto al pan de muerto y las calaveritas de azúcar uno de los elementos más tradicionales dentro de la festividad mexicana del Día de Muertos, en la cual se utiliza para adornar los altares dedicados a los fieles difuntos.
Se tienen registros de que la flor de cempasúchil era utilizada por los mexicas, durante la época prehispánica, la eligieron para tupir con cientos de ejemplares los altares, ofrendas y entierros dedicados a sus muertos, tradición que sigue vigente hasta nuestros días.
La flor de cempasúchil, es además de una bella flor que enmarca el día de muertos, una planta que, según algunas investigaciones, goza de las siguientes propiedades medicinales: antioxidante, analgésica, antiinflamatoria, antibacteriana, antifúngica, antidepresiva y hepatoprotectora.
Asimismo, el aceite de flor de cempasúchil se puede utilizar como bioplaguicida para proteger diversos cultivos del campo mexicano.
A unos días de la llegada de Todos Santos, la producción de cempasúchil en Puebla, estado que ocupa el primer lugar en producción, se estima será superior a 11 mil toneladas.
Este ícono de una de las más bellas tradiciones mexicanas se siembra en más de mil 301 hectáreas y dejará una derrama económica de 31.7 millones de pesos, para la entidad poblana.
Además de Puebla, otras entidades donde se produce el cempasúchil son el Distrito Federal, Oaxaca, Estado de México, Morelos, Guerrero, Hidalgo, Coahuila, San Luis Potosí, Tlaxcala y Michoacán.