Tras cinco años de vivir en una ciudad fronteriza como Nogales, Arizona, siendo el puerto donde el mayor porcentaje de frutas y hortalizas son importadas por la Unión Americana, uno, realmente aprende mucho sobre las realidades “ocultas” de nuestra industria. Además de esto, que ha sido muy benéfico para el desempeño de mis funciones en la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida (AMHPAC), hablaré de otras dos cosas que ocurren en este tipo de ciudades, donde las comunidades están formadas principalmente por mexicanos que tratan de adoptar un modo de vida americano: definitivamente no aprendes más inglés y se te empieza a olvidar el español.

 

Esta razón me motivó a convertirme en un coleccionista de palabras, principalmente de nuestro hermoso idioma, que es el español, como buen aficionado, uno las adquiere, los analiza, aprende su verdadero significado y observa su aplicación entre la sociedad, en este caso, en nuestra industria.

Una palabra que he sumando a mi colección, es una muy común que la escuchamos en cualquier taller empresarial, discursos y está en boca de todos, me refiero a la palabra “PRODUCTIVIDAD”.

Es una palabra que describe la necesidad tan grande de nuestros negocios y que aparentemente hemos perdido su aplicación. Me gusta tanto, que la he adoptado como el objetivo de la nueva cruzada del gremio productor de hortalizas bajo esquemas de protección, es el objetivo de la misión, que nos pone “en búsqueda de la productividad pérdida”, y me queda claro que hemos llegado a tal punto, que es encontrarla o “MORIR”.

Busqué su significado en el diccionario y esto es lo que encontré:

La productividad es la razón entre la producción obtenida por un sistema productivo y los recursos utilizados para obtener dicha producción: En realidad la productividad debe ser definida como el indicador de eficiencia que relaciona la cantidad de recursos utilizados con la cantidad de producción obtenida.”

Puesto en mis palabras la productividad es la habilidad de recuperar los recursos invertidos en una explotación.

Ahora ¿cómo lo podemos reflejar a nuestra industria?

Como aficionados a la arqueología, todo buen análisis debe empezar por el estudio de la historia.

Resulta, que restos encontrados, indican que la agricultura protegida de nuestro país data sus inicios en los 70’s, cuando los antecesores de esta tecnología, la utilizaron para la producción de flores, posteriormente, en los 80’s, algunas culturas de agricultores del territorio nacional, las empezaron a usar para la producción de plántula y trasplantar a campo abierto; pero no fue hasta 1985, cuando ya agricultores de la raza de bronce empezaron a utilizar invernaderos para producir y cosechar hortalizas. Durante los siguientes 15 años hubo un desarrollo y crecimiento lento.

Se piensa que su expansión se dio principalmente entre las culturas de agricultores del Noroeste y Occidente del país, donde la aplicación de las cubiertas era poco experimentada y surgieron invernaderos replicando instalaciones de países con condiciones climatológicas quizá distintas a las nuestras.

Para finales de los 90’s, se genera la etapa del “BOOM” de los invernaderos, donde empresas extranjeras encuentran una gran oportunidad en vender tecnología, acero, plástico, financiamiento y asesoría técnica a nuestro país.

Existen muchas teorías, en las que se habla de que esto surge paralelo a políticas de países europeos por impulsar sus industrias metalúrgicas y petroquímicas, mediante la transformación a invernaderos, que generó la estrategia óptima para dicho fin. Recuerden regiones como los Países Bajos dependen más de la transformación de materias primas a productos terminados, cosa contraria a nuestro país, que parece que sólo queremos vender materias primas.

Lo cierto es que por 5 años, México se pobló de tecnologías con diversos diseños procedentes de Holanda, Francia, España, Israel, Canadá y desde luego, Estados Unidos.

Para mediados de la primera década del 2000, los agricultores mexicanos aprendieron mucho y se dieron cuenta de que había muchas maneras de adaptar esta tecnología a sus condiciones climatológicas, requerimientos comerciales y geografía. De pronto es el surgimiento de los constructores de invernaderos mexicanos, donde empieza a desarrollar diseños nacionales, con conceptos mixtos y/o híbridos. De aquí en adelante el crecimiento en hectareaje de la casa sombra sería más significativo, incrementándose exponencialmente.

La AMHPAC, a través de modelos matemáticos y estadísticas oficiales, conteos y encuestas telefónicas ha podido generar la conclusión de que en México, actualmente podría haber al menos 15 mil hectáreas de agricultura protegida operando.

Lo que no podemos contabilizar aun, es realmente cuántas hectáreas fueron construidas y cuántas han sido abandonadas, destruidas o están inoperantes.

Sonora es un estado que adoptó esa tecnología rápidamente; en los últimos 10 años en ese estado se construyeron 2,621 hectáreas de invernaderos, aparentemente en el 2009 sólo 1,200 operaron.

Muchas de estas hectáreas fueron destruidas por huracanes, pero la gran mayoría han sido abandonadas; de éstas, muchas son infraestructuras que surgen de apoyos gubernamentales donde extensiones de menos de una hectárea y media fueron construidas, producto de estrategias de desarrollo rural. Desgraciadamente la falta de planeación, integración y la mortal curva de aprendizaje los llevó a su extinción.

La situación de Sonora es una historia común que se escucha en todo el país y cuando me la platican, no puedo dejar de preguntarme, ¿Dónde está la aplicación de Productividad en estos Proyectos o en estas políticas?”

En Plan Nacional de Agricultura Protegida que impulsó la SAGARPA en el 2009 contó con un presupuesto federal y estatal cercano a los 800 millones de pesos. Esto desde mi punto de vista dio como resultado 400 hectáreas más de invernaderos pulverizados en quizás 12 de los 28 estados que utilizan esta tecnología. Perfecto, justo lo que necesitamos, más invernaderos.

Nuevamente, ¿dónde quedó mi palabra? y lo que es peor ¿dónde quedó el concepto de bien común para la industria? No puedo dejar de pensar lo que 800 millones de pesos hubieran significado para el desarrollo de capacidades humanas, programas de aseguramiento de calidad e inocuidad y para infraestructura para la comercialización, en fin.

Hablando de mercado, ¿cómo estuvo la temporada 2010 para los tomateros?

Seguramente estamos muy satisfechos, porque a pesar del gran esfuerzo que la industria hizo por echar a perder el mercado, se generaron condiciones climáticas que regularon la oferta y tuvimos unos 45 días de precios históricamente buenos.

Las heladas eliminaron a Florida y estos mismos fríos regularon la producción aun en regiones productoras de nuestro país. Pero ¿cuál fue la reacción, en cuanto la expectativa de que Florida había perdido su producción? Mandar todo a Nogales y Texas, olvidarse de la calidad, el orden y de todos los principios de productividad.

Sin ningún plan y dejándose llevar por la corriente, los distribuidores se armaron de inventarios y lograron mantener peligrosamente bajo el precio del tomate durante enero y las primeras semanas de febrero. Me pregunto si ésta fue la mejor estrategia. Quizás esta temporada pudo haber sido aun mejor.

Es en especial, en estos momentos que aun cuando la suerte y las condiciones nos favorecen, debemos ser cuidadosos y respetuosos de las estrategias, así como promover la productividad cuando se está dando de forma circunstancial.

A final de cuentas el volumen con los precios bajos de enero y febrero se va a promediar con el volumen que contó con precios altos de finales de febrero, marzo y abril.

grafica

La gráfica muestra los precios de tomate de invernadero del 28 de diciembre del año pasado al 8 de febrero del año en curso. La curva alta demuestra la reacción de la expectativa de las heladas mientras que las curvas descendientes muestran el efecto de desarrollar inventarios como en esta ocasión se hizo, arrastrando el precio hasta los 6 dólares.

En este relato que su servidor hace, con una perspectiva quizás apasionada, demuestra como en este sector, hemos estado traicionado el concepto de productividad. Con un crecimiento desordenado, poca planeación, falta de organización e integración, con una vergonzosa carencia de información y aplicando estrategias que ya sabemos que son en perjuicio propio del gremio.

Lamento mucho ser el que le encuentra un lado malo a una de las mejores temporadas de la década.

Sinceramente pienso que es buen momento para analizar mejor las prácticas actuales de nuestra industria. Difícilmente creo que las condiciones del 2010 se repitan pronto.

Como último punto de este análisis, voy a decir que el gobierno y la sociedad han querido ver al sector primario desde un ángulo muy destructivo, que durante 200 años de existir como mexicanos, realmente no ha sido benéfico. Se han creado diferencias, tales como “agricultores pequeños y grandes” o los “productores pobres y ricos” para medir sus capacidades.

Se ha visto al campo como sinónimo de pobreza y carga a la economía del país, y no como un sector productivo, generador de empleos y detonador de riqueza, aun en virtud de que en los peores momentos de crisis mundial, ha sido el único sector con crecimiento y de los pocos que siguen generando nuevos empleos.

Hablar del campo es usar palabras como, el rancho o ranchito, la parcela, “mis tierras”, es mi deber decirles que aunque son todas muy bellas palabras, para los objetivos que hoy perseguimos será mejor si las dejamos a un lado, los agricultores hoy son empresarios y el sustantivo “productor”, se convierte a un adjetivo que describe a quienes han recuperado la productividad en sus negocios.

Ya no se utilizarán los términos: ricos y pobres, para describir las capacidades del empresario. Hay que ver nuestras empresas en la escala correcta, porque no se equivoquen, la agricultura protegida es un negocio de escala y hay que producir para la escala correcta del mercado que nos comprará, en acuerdo a nuestras capacidades.

Las palabras de actualidad y que predominarán en nuestros negocios son:

  • Productividad

  • Rentabilidad

  • Sustentabilidad

  • Competitividad

 

En los siguientes 10 años no habrá lugar para la improductividad, serán tiempos de crecimiento ordenado, de incremento en la participación y conquista de nuevos mercados, es decir, será de generación de riqueza para nuestro sector, ésta “Será la década de los empresarios”.

Ing. Eric Viramontes

Director General de la AMHPAC

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