Cuando alguno de nosotros se ha visto en la necesidad de auxiliar a una persona que ha sufrido un accidente o desvanecimiento, lo primero que los expertos en primeros auxilios indican es revisar los signos vitales: respiración, pulso sanguíneo, ritmo cardíaco, dilatación de pupilas, coloración de la lengua, tono muscular, etc., comenzamos por los puntos más críticos, y requerimos de un conocimiento y entrenamiento previo para valorar al paciente, y en su caso actuar en consecuencia: recostar al afectado, aplicar masaje cardíaco, dar respiración de boca a boca, y otra serie de actos que requieren de prontitud y precisión, para salvar y/o mantener con vida al enfermo.

En el caso de las empresas del sector agroindustrial en México, sucede algo muy similar. Después de la catástrofe financiera, que comenzó en octubre del 2008, podríamos comparar esta situación con un paciente que sufrió un ataque cardíaco o un traumatismo cráneo-encefálico. Es obvio que no se trata de una torcedura de tobillo ni de una gastritis. Es un trastorno de gravedad, al grado que hoy por hoy seguimos padeciendo los efectos. ¿Por qué? Podríamos comparar al paciente que sufrió el paro cardíaco y el deterioro al que se someten tejidos y órganos por la falta de irrigación sanguínea, con la afectación inicial sufrida al parejo por todos los sectores, incluyendo el gobierno, por las variaciones en el tipo de cambio peso/dólar, que llegó a cotizarse hasta por arriba de los quince pesos por dólar. El gobierno de México, al igual que el paramédico dio a nuestra víctima masaje cardíaco y respiración de boca a boca para revivir el músculo cardíaco y así evitar un paro respiratorio, de la misma manera ciertas inyecciones de divisas provenientes de las reservas del Banco de México se liberaron en el mercado de cambios para reactivar un mercado que exigía la moneda extranjera (ya fuera para cubrir vencimientos por malos manejos o por coberturas).

 


 

Una vez estabilizado nuestro paciente en su problema de mayor gravedad se le revisó el pulso, es decir, se mantuvo una estrecha vigilancia de los indicadores base, como el tipo de cambio, la oferta y demanda de Cetes. En México, nuestro enfermo no sólo sufrió el ataque cardíaco, también se nos cayó de la camilla, por decirlo de alguna manera, con la excepcional salida de inversionistas del mercado accionario, que lo hizo retroceder en 5 meses hasta casi la mitad de su valor histórico más alto. Por si no hubiese sido suficiente, nuestro afectado sufrió literal y alegóricamente el ataque de la influenza AH1N1, que nos mantuvo postrados en cama por un par de meses más y sin podernos mover, y si no lo recordamos preguntemos a las empresas de los servicios turísticos. Después de la influenza nuestro paciente, ya fuera de peligro, salió de terapia intensiva, ya no requiere de apoyos artificiales, puede ingerir líquidos, lo cual se traduce en que a fines del año 2009 algunas empresas comenzaron a recontratar personal, y las ventas navideñas provocaron que el PIB del cuarto trimestre del 2009 fuera positivo, es decir, que saliéramos de la recesión en que habíamos estado sumidos a lo largo de cuatro trimestres consecutivos.

Hoy, después de transcurridos tres meses del año 2010, nuestro paciente ya puede llevar una dieta alimenticia normal, se puede sentar y caminar un poco en su habitación. El mercado accionario se ha recuperado a niveles de septiembre del 2008, la contratación de personal siguen en ascenso. El segundo trimestre se observa con optimismo, al grado que los economistas han llegado a decir que el crecimiento del PIB nacional en 2010 puede llegar hasta 5.5% ¿Y el sector agroindustrial apá? Si, el sector Agroindustrial pudiera compararse con las piernas de nuestro paciente, México, podríamos decir que aguantó bien el ataque cardíaco y la insuficiencia respiratoria; sí resentimos la caída de la camilla, porque las empresas del sector tuvieron que reestructurar pasivos internacionales, y los resultados de las empresas no fueron los esperados en los mercados bursátiles; la influenza también nos afectó, porque las lluvias de la temporada de verano fueron escasas e irregulares. Al igual que las piernas de nuestro paciente, hoy éstas se mueven, pero con lentitud, porque la cadena de valor agroindustrial sufrió todo lo comentado en párrafos anteriores, y no ha recuperado el flujo de efectivo correspondiente. Por eso el movimiento del sector, al día de hoy es con cierta lentitud, a pesar de que el escenario económico es optimista y la temporada de lluvias ha comenzado mejor de lo esperado. Vienen meses muy importantes para la producción agrícola y pecuaria, donde los distintos actores esperan recuperar el tiempo y recursos perdidos del año anterior. Debemos ser cautos, porque nada es seguro todavía; puede haber una recaída económica o bien que la temporada de lluvias no sea tan generosa como apunta. El flujo de efectivo es hoy un asunto de extrema importancia.

A pesar de que hace 12 meses estábamos revisando los signos vitales de nuestro paciente, podemos concluir que la recuperación va por buen camino, pero no le hagamos correr, si apenas ha comenzado a caminar. Tengamos calma y no dejemos de leer los indicadores económicos, ni dejemos de observar el meteorológico.

Jorge Segovia Fernández

Ing. Agrónomo

Socio Director de Media Hunters México

Consultores en Recursos Humanos y Negocios

(55) 9171-1053

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