Se cree que el conquistador español, Bernal Díaz del Castillo, introdujo dicha fruta en México en el año 1518; por Tonalá, Veracruz.
La mandarina (Citrus reticulata) es muy parecida a la naranja, pero más pequeña y de forma esférica. Sus colores varían desde el amarillo verdoso hasta el rojo anaranjado, contiene una pulpa dulce y jugosa que se divide en 10 ó 12 gajos; es considerada una de las frutas más preciadas por sus múltiples propiedades culinarias, cosméticas y medicinales.
En la gastronomía, la cáscara de la mandarina se usa para saborizar gelatinas, caramelos, gomas de mascar, panes, bebidas carbonatadas y licores. Se utiliza igualmente en la elaboración de aceites con los que se sazonan las ensaladas, carnes, pescados y mariscos.
Con el aceite de mandarina se elaboran cosméticos que se emplean para proteger la piel de forma natural, ayudando a disminuir las manchas solares y evitar el envejecimiento prematuro así como la aparición de arrugas. Estos productos además favorecen el crecimiento del cabello y eliminación de canas.
Por otro lado, el alto nivel de nutrientes de la mandarina nos protege contra problemas cardíacos, infecciones, anemias, alergias, diabetes y varios tipos de cáncer. Asimismo, contribuye a combatir el colesterol, estreñimiento, presión arterial, deshidratación, obesidad y estrés.
En México, la producción anual de mandarina asciende a más de 291,000 toneladas, siendo los estados de Veracruz, Puebla y Nuevo León los principales productores de este fruto que se cosecha entre los meses de octubre y diciembre, época durante la cual ofrece mayor rendimiento y calidad.