El mejoramiento genético clásico no implica ningún riesgo de ningún tipo, porque protege la variabilidad genética del maíz.
En el campo experimental “Valle de México”, del INIFAP, ubicado en la región Valles Altos, realiza el mejoramiento genético en un millón 700 mil hectáreas de maíz cultivable de las cuales el 85% son de temporal y el 15% de riego.
La diferencia entre Mejoramiento Genético Clásico y transgenia (transgénico) radica en que en el primero los germoplasmas de cada variedad recolectada se hace una selección de lo mejor de cada una, que lleva a líneas puras, para posteriormente realizar la hibridación. Al contrario de los transgénicos que se crean variedades al transferir genes de un organismo a otro.
México lleva aproximadamente 80 años practicando el Mejoramiento Genético, trabajo que realiza principalmente el INIFAP y desde 1960 a la fecha, en el campo de Valles Altos, se tiene como resultado la liberación de alrededor de 40 a 45 híbridos (H1 al H76), cabe mencionar que la obtención de una nueva variedad puede tardar hasta 10 años.
El Mejoramiento Genético Clásico, además, es una práctica sustentable porque se conserva la diversidad genética de las variedades vegetales no se modifica ni contamina, el genoma no se altera. Las variedades obtenidas en los campos experimentales son 100% puro. También se dice sustentable porque para el control de plagas y/o enfermedades no es necesario el uso de agroquímicos
En cuanto al tema de la soberanía alimentaria, el mejoramiento genético clásico permite la liberación de genotipos resistentes y tolerantes a las adversidades extremas del clima con mayores rendimientos que garantizan la cosecha de los cultivos.
Los productores tienen acceso a las variedades mejoradas vía la adquisición de las patentes registradas que el INIFAP ha transferido a los productores de semillas certificadas de empresas comerciales.
En el caso del trigo, el mejoramiento genético tiene como estrategia la creación de variedades que sean altamente resistentes a enfermedades y también que aumenten la productividad, sobre todo de trigo panificable.
Entre los beneficios para los productores están: utilización de menos insumos y mayores rendimientos, mejor comercialización porque se obtiene una calidad estandarizada.