hortaliza

La FAO y Japón se asocian para combatir el cólera en las explotaciones agrícolas de Yemen

“Cuando entré por la puerta del hospital en junio pasado, nadie pensó que viviría para contarlo”, recuerda Adba Saleh Mubarak. “Las enfermeras me miraron e hicieron señas a mi hija para que me sacara de allí. Pensaron que estaba muerta”, explica. Su hija, sin embargo, insistió en que la examinaran más a fondo y, gracias al tratamiento médico, Adba se recuperó de un caso agudo de cólera.

Aunque la enfermedad es endémica en Yemen, en los últimos años se ha producido un aumento de las infecciones a una escala que nadie recuerda. La destrucción de las infraestructuras hídricas debido al conflicto, sumado al agotamiento de los acuíferos, son las principales causas. Con la escasez extrema de agua potable y los sistemas de tratamiento de las aguas residuales en mal estado, son cada vez más las personas que utilizan agua de dudosa calidad.

Adba, todavía visiblemente débil, sospecha que contrajo cólera por el agua de la planta de tratamiento de aguas residuales de Saná. Desde sus desfasadas instalaciones se vierten aguas apenas sin depurar al canal que atraviesa el distrito de Bani Al Harith, donde Adba vive con su hija y sus tres nietos. Mucha gente aquí –sobre todo mujeres y niños– utilizan esta agua contaminada para cultivar verduras para su propio consumo y para venderlas en los mercados de la capital.

“Esta área solía ser nuestro pequeño Jardín del Edén. Cultivábamos todo tipo de hortalizas”, recuerda Adba. Tuvo que aprender de forma dolorosa sobre los riesgos del agua o los alimentos contaminados con bacterias y ahora evita el contacto con ellos. Sin embargo, a pesar de que los agricultores y las familias han sido advertidos sobre los peligros de utilizar agua del canal, se trata de un precioso recurso muy difícil obtener y la necesidad de alimentos es demasiado grande, por lo que estas advertencias a menudo se ignoran.

Ante este problema, la FAO se asoció con Japón para desarrollar instalaciones de tratamiento de aguas residuales en pequeña escala que pudiesen producir agua apta para el riego.

Las plantas de tratamiento utilizan la fuerza de gravedad para hacer circular el agua a través de las diferentes etapas de limpieza; esto significa que las instalaciones resultan económicas y fáciles de gestionar. El riguroso proceso de tratamiento de 26 días incluye sedimentación, filtración y aireación que utiliza la luz solar directa para matar los microbios y garantizar que el agua tratada cumpla con los estándares requeridos para su uso en la agricultura. Con su capacidad a pleno rendimiento, cada planta puede tratar 150 m3 de aguas residuales al día.

La gran mayoría del agua en Yemen –hasta el 90%– se destina al regadío. Para mejorar la eficiencia en su uso, el proyecto de la FAO y Japón está también poniendo en marcha sistemas modernos de riego por goteo en unas 75 hectáreas de tierras cultivadas. Esta iniciativa garantiza un uso sostenible y responsable del agua tratada para la agricultura.

A través de las asociaciones de usuarios de agua ya establecidas, el proyecto también está intensificando las campañas de concienciación pública sobre el uso de agua potable en la agricultura, el procesado y preparación de alimentos. Se educa a los agricultores sobre los peligros de las aguas residuales no tratadas para la salud humana y animal. Las campañas se centran igualmente en los riesgos ambientales que el agua contaminada representa para el suelo y la ecología.

Rania Ahmad Handhal, responsable de la Sección femenina en la Asociación de usuarios de agua de Ahdaq y participante en la campaña de sensibilización, asegura que las mujeres están especialmente amenazadas. Ella misma también contrajo y se recuperó del cólera el año pasado. “Sin embargo, el contagiarme –dice– fortaleció mi determinación de seguir concienciando a las mujeres de nuestra aldea, porque son ellas las que cultivan y utilizan el agua de manera más extensiva que los hombres”.

Todos los días, Rania va incansablemente de puerta en puerta hablando con las mujeres sobre el cólera y cómo evitarlo. “Hago lo que puedo para salvar la vida de mi gente. Soy muy optimista y espero que con mejor información y proyectos como éste podamos vencer el cólera y las mujeres puedan obtener muchos más ingresos con el cultivo y la venta de hortalizas”, concluye con una sonrisa.

El proyecto FAO-Japón salvará a miles de familias que viven en Saná y que dependen de las hortalizas de esta región. Aunque esta iniciativa ha hecho mucho para mitigar la propagación del cólera, no es suficiente para cubrir las necesidades de riego de la población. Por lo tanto, la FAO propone ampliar las intervenciones a través de una nueva fase, en la que se construirán nuevas plantas que cubrirán las 320 hectáreas restantes disponibles. Esto permitirá a los agricultores aumentar su producción, al tiempo que se garantiza que el agua sin tratar no se utilice para regar las hortalizas en Bani Al-Hareth.

Agua, alimentos, salud: lo esencial que todo el mundo debería tener. La FAO y sus Estados Miembros trabajan para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con este proyecto centrado en especial en el Hambre Cero (ODS 2), la Buena salud (ODS 3) y el Agua limpia (ODS 6), para garantizar que la población de todo el mundo tenga acceso a estos derechos humanos básicos.

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