Históricamente, el amaranto y la chía, han sido importantes productos para la alimentación de las culturas precolombinas y la principal fuente de proteínas.
Asimismo, están asociados a los ritos religiosos, a los dioses, a la visión cósmica de estas culturas y el hecho de que hayan sido alimentos importantes en la dieta de los aztecas y del Nuevo Mundo, hace que el estudio de estos cultivos sea algo extraordinario y prometedor.
Respecto al amaranto tenemos que es una planta de la familia de los amaranthacea la cual reúne cerca de 60 géneros y más de 800 especies, pero tres especies son las más apreciadas: Amaranthus caudatus; Amaranthus cruentus, originaria de México y Centroamérica, se cultiva principalmente para obtener grano, éstas especies se consumen como vegetal, a diferencia de Amaranthus hipochondriacus: procedente de la parte central de México, que se cultiva para obtener solamente grano.
En cuanto a la chía podemos decir que pertenece a la familia Lamiaceae, existen aproximadamente 7,900 especies de las que se obtienen aceites y esencias aromáticas. Varias de ellas son utilizadas en la cocina, como el orégano, la albahaca, la menta, el tomillo y la hierbabuena.
Existen historias que dicen que con solo una cucharada de estas semillas un guerrero azteca tenía suficiente fuerza hasta por 24 horas. La chía tiene un alto nivel de omega 3, controla la presión alta y el colesterol. A la chía se le atribuye tener cinco veces más calcio que la leche entera y dos veces más potasio que el plátano.
Los pequeños y medianos productores de nuestro país contribuyen significativamente en la tarea de cultivo y cosecha de estos alimentos con lo que se conserva la tradición de un pueblo milenario.