Para un mejor desempeño, es importante que las recomendaciones se realicen basadas en los resultados que arrojen los análisis de suelo y agua. Para que exista mejor aprovechamiento de los nutrientes y prevenir a futuro problemas de deficiencia o excesos nutrimentales”.

Antecedentes generales

La fertilización N, a través de la aplicación de fertilizantes minerales es considerada un caso especial, dado que N en forma mineral (amonio y nitrato), no se acumula en los suelos y la construcción de la fertilidad del N en el suelo, solo se puede realizar a través de la acumulación de N en formas orgánicas.

Específicamente, la fertilidad nitrogenada del suelo se construye a través de la acumulación de materia orgánica descomponible, la que presenta ciclos relativamente cortos en el suelo y obedientes al ingreso de residuos orgánicos. Por lo tanto, todo exceso del N mineral en el suelo, se perderá hacia las aguas o el aire y, en muchos casos, puede causar toxicidad en el cultivo y efectos adversos para su crecimiento. Además, en el caso del N, no se puede hablar de fertilización de mantenimiento, sino más bien de una fertilización anual de producción, cuyo objetivo es suplementar el suministro de N del suelo, para satisfacer la demanda del N en el cultivo.

Para ello, se deben utilizar todas las herramientas posibles, de forma que la fertilización N cumpla con los requisitos de alcanzar y asegurar la máxima productividad del huerto, con un crecimiento vegetativo armónico de las plantas y con un mínimo riesgo de contaminación y/o toxicidad para el cultivo. La dosis de N se calcula en base a la siguiente ecuación (Silva y Rodríguez, 1995):

Dosis_N=(Dem_N–Sum_N)/Efic_FN

Donde:

  • Dosis_N: dosis de producción de N (kg N ha¹).

  • Dem_N: demanda de N para el crecimiento anual (kg N ha¹).

  • Sum_N: suministro de N del suelo (kg N ha¹).

  • Efic_FN: eficiencia de la fertilización N (kg kg¹). Esta dosis también puede ser calculada en base a una planta individual (g N planta¹), la que puede ser convertida a una dosis por hectárea, conociendo el número de plantas por hectárea del cuartel. Esto se debe tener en consideración, ya que las densidades de plantación de los huertos pueden ser variables.

Demanda de Nitrógeno del arándano. Tal como fue señalado, la demanda de nutrientes, y por lo tanto, la demanda de N del cultivo del arándano, se definen en base a la productividad a alcanzar, de acuerdo con un manejo equilibrado de las estructuras vegetativas y reproductivas de las plantas del huerto. Por lo tanto, es indispensable estimar la cantidad de yemas que se requiere dejar con la poda para la alcanzar un rendimiento que cumpla con un equilibrio de la biomasa de las unidades de fuente (brotes y hojas) y de destino (frutos) de carbono en las plantas. Esto es, la biomasa de hojas requerida para sustentar la productividad de fruta y nueva madera frutal, durante el periodo de crecimiento. También, se debe considerar el factor de demanda de N (fDem_N), parámetro que expresa la absorción de N del crecimiento anual en relación a la producción de fruta:

Dem_N=(Rend_Alcanzar x fDem_N)/fConv

Donde:

  • Dem_N: demanda de N para el crecimiento anual (kg N ha¹).

  • Rend_Alcanzar: rendimiento a alcanzar en la temporada (kg ha¹).

  • fDem_N: factor de demanda de N (g N kg¹ fruta producida).

  • fConv: factor de conversión a kg nutriente ha¹ (1.000). El factor de demanda de N para arándanos fue determinado de la misma forma que para el resto de los nutrientes.

Este factor corresponde a una relación entre la absorción de N mínima necesaria para obtener el crecimiento aéreo anual del arbusto (hojas, brotes y frutos), y la producción de fruta. Esta relación fue lineal e independiente de la variedad estudiada, cuando se consideró un manejo equilibrado de las plantas, es decir, plantas con proporciones equilibradas de fruta, brotes y hojas.

El factor de demanda de N para arándanos cultivados, corresponde a 7,8g N kg¹ fruta fresca, valor que puede ser utilizado indistintamente tanto para la variedad “Elliot” como para “Brigitta”. Además, se observa que existe un error estándar de la regresión (Sy.x) de alrededor 1,18g N kg fruta fresca, lo que representa un error del 15% en el valor propuesto como factor de demanda de N. En la estimación de la demanda de N del cultivo, también es determinante el rendimiento a alcanzar, el que debe ajustarse según la curva de crecimiento del huerto, las condiciones edafoclimáticas de cada temporada, y el manejo del huerto. Es decir, variaciones en el rendimiento debido a manejo de heladas, polinización, control de enfermedades y plagas, entre otros, deben ser consideradas al momento del diseño de la fertilización N.

Suministro de Nitrógeno del suelo

El suministro de N corresponde a la cantidad de N que el arbusto puede absorber desde el suelo sin adición de fertilizantes nitrogenados (Rodríguez et al., 2001). Esto corresponde al N en forma mineral (amonio y nitrato) proveniente de la mineralización de fuentes orgánicas del suelo con potencial de descomposición (“N potencialmente mineralizable”). Así, el suministro de N del suelo está constituido por el N-mineral originado de la mineralización del N orgánico del suelo, que ha pasado a la solución del suelo durante la estación de crecimiento. En el suministro de N, también debe considerarse la habilidad de las plantas de arándano para recuperar el N disponible desde la zona de exploración de las raíces, lo que se resume en los conceptos de “sinlocación” y “sincronía”.

La “sinlocación” se refiere a la capacidad de las raíces de explorar el volumen de suelo donde se localizan los nutrientes (en este caso N mineral), que está definida por la densidad radical. Mientras que la “sincronía” se refiere a la concordancia temporal del crecimiento, actividad de raíces y las tasas de mineralización del N del suelo.

En resumen, el N disponible durante la estación de crecimiento está determinado por la dinámica interna de este nutriente en el suelo, la que es dominada por la mineralización del “N orgánico potencialmente mineralizable”, como se ha denominado a la forma orgánica en la cual el N se acumula en el suelo. Este tipo de N corresponde a la fracción lábil del N orgánico del suelo y se ha demostrado que obedece al historial de manejo de los residuos orgánicos en el suelo (Sierra y Rodríguez, 1986).

El N inmediatamente disponible en el suelo para las plantas, puede ser estimado a través de la medición del N-mineral del suelo. Sin embargo, el N-mineral es un indicador que debe ser considerado con cuidado, debido a que puede perderse del suelo con facilidad, a través de su incorporación a formas orgánicas (inmovilización microbial) y/o a través de la desnitrificación o de la lixiviación, que corresponden a pérdidas permanentes del sistema.

Estos últimos dos procesos de pérdida ocurren mayoritariamente con presencia de nitratos en el suelo; forma de N-mineral que sería menos frecuente en suelos donde se cultiva el arándano, los que debido a sus condiciones ácidas, determinarían que la forma de N-mineral dominante sea amonio.

 

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