El frijol era cultivado en Mesoamérica hace ya 9 mil años y fue una de las principales especies que se integró a la dieta básica de las culturas indígenas que habitaban nuestro país.
El frijol también es conocido como judías, poroto, habichuelas y alubias.
Los frijoles han formado parte importante de la dieta de los mexicanos y de su economía desde tiempos prehispánicos, por lo que forman parte de la cultura gastronómica de México; esto se dio gracias al mestizaje y mezcla con casi todos los ingredientes de nuestra cocina como la cebolla, el queso, epazote, entre otros.
El frijol está presente en la mayoría de los antojitos mexicanos, desde las burritas y coyotas de Sonora, hasta los panuchos y salbutes de Yucatán, pasando por los tlacoyos, garnachas, pellizcadas y sopes, también por las enfrijoladas.
Del frijol se consumen todas sus partes, sus flores, semillas y ejotes; ya sean tiernas o maduras; en algunas zonas de México, las semillas se sacan de la vaina y se muelen utilizándolas como ingredientes en la preparación de algunos tamales. Esto quiere decir que su variedad en platillos es única, ya que se pueden preparar de una sola planta, se puede decir que es un “planta integral”.
Actualmente se conocen más de 150 variedades de frijoles, de las cuales sólo una tercera parte se encuentran en México; algunas de ellas son el frijol blanco, al que también se le conoce como alubia, negro, flor de mayo, morado, pinto, canario, y ayocote.
En cuanto a su producción, en 2017 se obtuvieron más de un millón 183 mil toneladas de esta leguminosa, lo que colocó a México como el 7º productor de frijol a nivel mundial.