“Nuevas tendencias, como nuevas corrientes de pensamiento, nos invitan a actuar y reflexionar sobre lo que ocurre actualmente en nuestro entorno, ya que en corto plazo corremos el riesgo de perder mucho de lo que tenemos y conocemos.”
Por: Marc Brazeau
El agromodernismo se emplea para referirse al ecomodernismo aplicado en la agricultura y a la producción de alimentos.
El ecomodernismo también conocido como eco-pragmatismo, es una escuela que se opone al pensamiento ambientalista, sostiene que la innovación tecnológica y la intensificación son el mejor camino para reducir los impactos ambientales de la actividad humana. Los ecomodernistas favorecen la aplicación de toda la tecnología posible en lugar de reducir su impacto. Cuyo objetivo sería reducir la huella de la actividad humana, salir de la naturaleza y el desierto, en lugar de integrar a la naturaleza al sistema humano.
Un ejemplo claro son la ciudades, que resultan algo antinatural. No obstante, el impacto ambiental que los habitantes de la ciudad generan, son mucho más bajos de los que viven en zonas semi-urbanizadas que están rodeadas de árboles y césped. Ya que la población citadina camina más, utiliza el transporte público, viaja distancias más cortas hacia sus lugares de trabajo o a donde realizan sus compras. Sus departamentos o condominios apilados, uno sobre otro, son más eficientes para calentar una vivienda familiar.
Por ello, resulta mejor estar aglomerado y dar más espacio para los bosques, arroyos, lagos y criaturas que dependen de este hábitat, como lo es también la agricultura.
El ecomodernismo surge precipitadamente a partir de que los ecologistas se desencantan del movimiento ambientalista, que parecía influenciado más por la estética y la ideología, que de la evidencia y la métrica de esta corriente. Lo que ocasionó una oposición al uso de las tecnologías como: la tecnología nuclear e ingeniería genética de los cultivos en la agricultura.
En el año 2005 estalla la muerte del ambientalismo con un artículo presentado en una conferencia sobre el cambio climático por Michael Shellenberger y Ted Nordhaus, donde se descubría la división de las actitudes del electorado estadounidense hacia el ecologismo impulsado por escenarios aterradores con arreglos tecnocráticos tan modestos, que difícilmente podrían enfrentar los desafíos propuestos.
Al terminar la conferencia de “What Works?” en Vermont, en el famoso documento “Death of enviromentalist”, los chicos malos de la corriente ambientalista, Ted y Michael, habían convencido a la mayor parte de la multitud reunida en ese lugar. Y de la que aseguraban un futuro para el movimiento de cambio climático, que los emocionaba a pesar de la mala situación acontecida. Fue aquí, donde se disipo la falsa esperanza de que las cosas mejorarán por si solas y que permitió una amplitud de pensamiento para hacer las cosas de manera distinta.
Por su parte, el historiador del estado de Texas, James McWilliams, especialista en el papel histórico de la agricultura y la alimentación. Sacude la devoción de los localívoros (compradores locales), en el año 2007 dentro del espacio agroambiental y en un artículo del New York Times, donde cuestiona si los “kilómetros de comida” (miles food) eran una métrica sobre el impacto ambiental que significaba más que cualquier otra variante relativa importante. Misma que continuó al publicar el libro “Just food: Where locavores get it wrong and How we can truly eat responsibly” (Solo comida: donde los lugareños no lo logran y como poder comer de manera responsable, por su traducción en español).
En este libro se describe a mayor detalle a que se refería con los “miles food” y se esbozan las debilidades como fortalezas de la producción orgánica en términos de impacto ambiental. Por lo que sugirió una agricultura híbrida sostenible, lograda al combinar las mejores prácticas de orgánicos con innovaciones tecnológicas y la agricultura convencional. Gran parte de este libro maneja la variable de la ecuación: la producción de proteínas, que se retoma en varios capítulos sobre la alimentación de la carne y la pesca sostenible.
Para los intelectuales, la página Biofortified, se fundada y maneja por Anastasia Bodnar y Karl Haro von Mogel, por los ensayos y post acerca de patologías de plantas y al consultor agrícola Steve Savage, fueron cruciales. Ya que guiaron el pensamiento de los pragmáticos localívoros al eco-pragmáticos. La página Biofortified se enfoca en la biotecnología en la cría de cultivos. Estos escritos fueron redactados por gente especializada en el ramo, algo poco frecuente en los discursos manejados de los anti-OGM. Que se comprometían con los valores espirituales públicos que no se asociaban con los temidos OGM de Monsanto. Mientras que los escritos de Steve Savage abordaron temas como el “mejoramiento de pesticidas modernos” y “pensando correctamente en monocultivos” que más tarde fueron una bomba continúa cuando se encontraron por primera vez.
Ted Nordhaus encabezó en el Instituto Breakthrough las series de “the future of food” (el futuro de la comida), que se enfoca en los beneficios ambientales de la intensidad tecnológica y los sistemas centrados en la conservación de la tierra. Los sistemas de ahorro de tierras, se enfocan en el rendimiento y la producción menor de la cantidad de tierra posible. Este tipo de sistemas maximizan la biodiversidad de la granja y los servicios ecológicos en vez de dar mayor rendimiento.
Además, se centró en el impacto ambiental por acre de la granja, mientras que el sistema de conservación de la tierra busca reducir costos ambientales por unidad producida. Con la creciente población y una cantidad de tierra fija, el pensar únicamente en el impacto por unidad producida, está más allá de la métrica sobresaliente que se compara con el impacto por acre.
De igual manera, el ahorro de la tierra vs. La investigación de la tierra, sustenta la evidencia de que es mejor la conservación de la tierra para la biodiversidad regional que si las estrategias de conservación produjeran más biodiversidad agrícola.