“La innovación respecto a los nuevos sistemas de cultivo han sorprendido al mundo entero y se han convertido en una herramienta que promete ser una esperanza dentro de los recursos no renovables y una forma de acercar las condiciones necesarias para quien no cuente en su totalidad con ellas.”

La calidad e inocuidad de los productos que se obtienen por la agricultura protegida y por su rendimiento, están siendo usadas cada vez más para producir hortalizas de alto valor a nivel mundial. Dentro de las tecnologías que comprenden, están los invernaderos y la hidroponía.

Es decir, ambas permiten un alto grado de control y manejo de los factores limitantes de la producción, aunque gracias a la alta inversión de su implementación, se restringe al cultivo de especies de alto valor comercial, cuya rentabilidad económica está comprobada.

El jitomate (Solanum lycopersicum L.) representa la segunda hortaliza más cultivada a nivel mundial, con una producción aproximada de 211 millones de toneladas y el resultado es su alta demanda para la preparación de distintos tipos de alimentos en casi todos los países del mundo.

En México por su parte, representa la principal hortaliza cultivada con una superficie de 54,510 has. Y se cultivan más de 3 millones 500 mil toneladas.

Del 3.5% de la superficie nacional total de México que se dedica al cultivo de hortalizas, el 22.6% es ocupada por el jitomate, generando gran número de empleos y siendo una fuente importante de divisas, produciéndose en áreas de riego y de temporal.

La producción de esta hortaliza en invernadero, puede convertirse en un negocio de alta rentabilidad, por ello, es vital combinar altos rendimientos con buenos precios para lograr el éxito de este sistema de producción que aún es aleatoria.

Los sistemas convencionales de producción que se utilizan para este producto en los Estados Unidos de América y Europa, consisten en la utilización de cultivares tipo bola de crecimiento indeterminado; en el cual, se tienen densidades de 2 a 3 plantas por m2. Y las cuales llegan a crecer más allá de 3 m de altura.

Durante estos ciclos, su permanencia puede llegar hasta los 10 meses, desde el trasplante hasta el fin de cosecha. Es así, que puede obtenerse hasta el 300 t x ha-1 x año-1. Siendo el problema primordial de sus requerimientos: tecnología, infraestructura y equipo muy sofisticado.

Gracias a ello se implementó una nueva tecnología de producción en invernadero que consiste en despuntar de manera prematura las plantas, es decir, eliminar la yema terminal, para dejarles solo tres racimos por planta, lo que da un área foliar de solamente 0.5 m2.

Por lo que es factible establecerlas en altas densidades de población (hasta ocho plantas/m2).

Cabe mencionar que el rendimiento por planta es mucho menor debido a que solo se cosechan tres racimos de cada planta por unidad de superficie, que se compensa con mayor densidad de población y dado que el ciclo desde el trasplante hasta el fin de cosecha se acorta de 10 o más meses a un periodo de 3 a 4 meses en un esquema de producción continua, y de la que se obtienen tres a cuatro ciclos de cultivo por año. Con ello se pronostica una mayor productividad anual.

La ventaja de todo esto es, que al concentrar la cosecha de todo un ciclo en un intervalo de tiempo menor a un mes, puede programarse para aprovechar las ventanas de mercado donde el precio es mayor.

La disposición de las plantas bajo este sistema, ha sido en cuadro real a lo largo de camas de 12 m de ancho, separadas por pasillos de 0.5 mm. De las que se han manejado cuatro hileras de plantas por cama.

En este mismo sistema las dos hileras centrales de plantas dispuestas a lo largo de las camas rinden un 25% menos que las plantas ubicadas en las hileras exteriores, debido a una menor cantidad de radiación fotosintéticamente activa (RFA) interceptada por las primeras.

Al mejorar la distribución de la radiación solar en las hojas del dosel, se puede lograr mayor producción de materia seca por día y por lo tanto un mayor rendimiento por unidad de superficie y tiempo.

Para un mismo nivel de irradiancia diaria, se produce más biomasa en aquellos doseles en que la radiación incidente se distribuye más uniformemente entre todas las hojas medianamente iluminadas, que con la mitad de las hojas muy iluminadas y la otra mitad muy sombreadas.

Las plantas de jitomate muestran gran flexibilidad de manipulación, por lo que considerando los movimientos diarios y estacionales del sol, se pueden proponer disposiciones de plantas despuntadas a tres racimos que permitan una distribución más homogénea de la radiación solar, particularmente de la radiación RFA.

En cada una de las hojas del dosel, se permita un incremento en la tasa de asimilación neta entiéndase como gramos de materia seca producida por cada metro cuadrado de hoja por día, para un índice foliar (IAF) dado.

O bien, el establecimiento de una población de plantas con mayor IAF sin una disminución significativa de dicha tasa de asimilación neta (TAN).

Todo ello, con el objetivo de obtener más racimos por unidad de superficie y tiempo, sin que disminuya el número de frutos por conglomerados, ni el peso medio de los frutos, con lo cual se incrementaría el rendimiento y la productividad anual.

Con esa idea, se han propuesto varias formas de hacer un dosel en forma de escalera (escaliforme):

• Con hileras de plantas de la misma edad, pero con diferente número de racimos por planta.

• Con hileras de plantas de la misma edad pero dispuestas a diferente altura en dirección este-oeste o bien en dirección norte-sur.

• Con hileras de plantas despuntadas a tres racimos, pero sembradas en diferentes fechas.

De esta manera, los resultados obtenidos, muestran en general, que los doseles escaliformes han sobrepasado el rendimiento de los testigos uniformes en un 20 a 50%.

En la mayoría de los casos, se ha trabajado con variedades indeterminadas y/o con densidades relativamente altas, que han afectado parámetros como el tamaño y peso medio del fruto.