La agricultura de riego radica en el suministro de significativas cantidades de agua a los cultivos, a través de diversos métodos artificiales. Este tipo de agricultura requiere una asistida infraestructura hídrica, la cual exige, a su vez, un desarrollo técnico avanzado. En este artículo, informamos sobre esta técnica y sus rendimientos; así como los requerimientos hídricos en distintos cultivos.
La disponibilidad irregular de agua es un problema universal, aún en zonas de alta precipitación[1]. La agricultura de riego es el principal factor de desarrollo de zonas áridas y semiáridas de México; sin embargo, las sequías recurrentes y la competencia por el agua son la principal amenaza al desarrollo de éstas.
Por tanto, la agricultura de riego debe disminuir los volúmenes aplicados sin una merma significativa en los rendimientos. Es así como, en condiciones de baja disponibilidad y alta competencia por agua, se requiere una estrategia integral de su manejo, para mejorar la productividad sin una pérdida importante en los rendimientos normales.
Mundialmente, el maíz (Zea mays L.) es un grano primordial para consumo animal. En la República Mexicana, el maíz ocupa la mayor superficie cultivada anualmente: 7 a 8.5 millones de ha mayoritariamente en temporal (85%); y el 15% restante, con riego en el ciclo otoño invierno[2]. Sinaloa es el principal estado productor de maíz, con riego (65% de la producción nacional) durante el ciclo otoño-invierno. A pesar de ser un país maicero, México enfrenta un grave problema de autosuficiencia, importando anualmente de 3 a 7 millones toneladas, de las 20 a 26 millones que consume (periodo 1995-2003).
Los rendimientos de maíz son bajos con respecto a los potenciales: los mayores beneficios con riego son 9 t ha en Sinaloa; y en temporal 5 t ha en Jalisco. El rendimiento promedio nacional para riego es 5.2 t ha y 2 t ha para temporal[3]. Esto muestra las diferencias tecnológicas, edáficas y ambientales de las zonas maiceras de México.
Asegurar una humedad adecuada en la zona de raíces durante las etapas críticas, es esencial para obtener ventajas óptimas. Las épocas más difíciles del maíz, desde el punto de vista hídrico, son durante la floración y el jiloteo[4]. El maíz es un cultivo más sensible al estrés hídrico que otras gramíneas, como el trigo o el sorgo.
Los requerimientos de riego de los cultivos varían temporal y espacialmente en función del clima, del manejo, de la fase y de la variedad del cultivo; por lo que su cálculo debe ser local[5].La implantación de un programa de uso eficiente del riego, requiere certidumbre del cálculo de los requerimientos de éste.
*Para mayor información del presente artículo,
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http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67435407008
[1]Wanjura y Upchurch, 2000
[2] Muñoz y Hernández, 2004
[3] Muñoz y Hernández, 2004
[4] Shaw y Newman, 1987
[5] Doorenbos y Pruitt, 1977