La fertilidad de los climas áridos, ha sido desdeñada y aunque la poca incidencia de lluvia ha hecho de estos entornos un reto para la actividad agrícola, se ha logrado un aprovechamiento de los recursos necesarios para la agricultura.
En las zonas áridas de México, la sequía y la desertificación son una realidad, lo que implica hacer cambios, explorar posibilidades y no dejar de producir sino realizar una agricultura sustentable, basada en la tecnología, pero también en el cuidado del agua y en el respeto al entorno.
La alimentación de millones de mexicanos depende en gran medida del vigor productivo de las zonas áridas done la tecnificación es la norma, es por ello que implementar estrategias para mejorar las técnicas de cultivo es vital para mantener la productividad de las regiones secas.
Actualmente el poderío de las zonas áridas es innegable, pues como ya dijimos la alimentación de millones de mexicanos y también de personas en el extranjero, así como el sustento del hato ganadero depende de los estados con mayor grado de aridez (Aguascalientes, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas) los cuales generan la cuarta parte de la producción nacional de bienes agroalimentarios.
No cabe duda, de la importancia de las zonas áridas, por ello, en cuanto a políticas públicas, la SAGARPA, a través de la CONAZA, ha promovido el cuidado y desarrollo de éstas áreas por medio de apoyo financiero y técnico para la realización de proyectos al mantenimiento y generación de infraestructura, conservación y recuperación de suelos, entre otros.