Los agaves, del griego agauos “ilustre, eminente, admirable”, y los catus, del griego káktos “cardo espinoso”, no están relacionados taxonómicamente, pero ambos son pequeños tesoros.
El género agave comprende alrededor de 140 especies. Los agaves son fuente de bebidas (tequila, mezcal y pulque), sus grandes hojas han sido utilizadas para construir techos, se aprovecha de igual forma su valiosa fibra: el henequén, también sirven como forraje para alimentar ganado, sin olvidar que resultan excelentes plantas ornamentales.
Es indispensable resaltar que, durante la preparación de fibras, las grandes hojas de los agaves contienen algo químicamente interesante: esteroides, que pueden actuar como hormonas de estrógenos y progesterona, las cuales a fines de los años 40 fueron utilizadas, a escala limitada, para fabricar anticonceptivos orales en los EEUU.
Los cactus, que contiene más de 1,600 especies, son apreciados especialmente por sus frutos: las tunas y pitayas, pero también por sus deliciosos y sanos nopalitos, que de igual forma sirven para alimentar al ganado y proveerles agua.
Por otra parte, la cochinilla, insecto que se alimenta de los cactus genera un maravilloso pigmento rojizo, que sirvió para teñir la túnica del emperador Moctezuma, así como la ropa de reyes, nobles y del clero de Europa. Los cactus como plantas ornamentales brindan un toque decorativo muy especial a jardines, hogares u oficinas.
Los cactus y agaves son especies clave por los recursos que proporcionan ante las nuevas condiciones climáticas, estas especies resultan excelentes contra la erosión y desertificación del suelo, son generosos por su conservación de agua e importantes para la conservación de nuestro futuro.
Sabías que…
De los diversos psicoactivos de los cactus el más famoso es el peyote, que contiene mezcalina, sustancia alucinógena considerada como “medicina”.