Ante la demanda de grasa más saludables, los fabricantes de aceites y grasas tienen una oportunidad de crecimiento.
En la industria alimenticia, las oleaginosas son la principal materia prima de transformación, estas constituyen uno de los grandes grupos de cultivo que más se producen, investigan, experimentan y comercializan a nivel internacional.
El propósito de la transformación de aceites es modificarlos para mejorar sus propiedades funcionales en aplicaciones específicas alimenticias e industriales.
En 1887 nace la industria aceitera mexicana, de esta fecha y hasta 1960 se trabaja con la obtención de aceites de algodón y de ajonjolí, así comienza el proceso de sustitución de grasas animales hacia aceites y grasas vegetales, para 1970 se incluye la producción de aceite vegetal a partir de la semilla de cártamo.
La extracción de aceites en oleaginosas, se divide en dos sistemas: mecánico y química por solvente. El primero implica la molienda de los productos en cuestión, y el segundo consiste en someter a estos al contacto con un disolvente orgánico que extrae el aceite.
El aceite extraído de las oleaginosas, en su mayoría, se destina a la industria alimenticia, siendo sus variedades principales: soya, canola y cártamo.
Los usos principales de los aceites vegetales se encuentran en: aceites embotellados para cocinar; aderezos, ensaladas, mayonesas; sopas consomés, atunes; helados, cremas y mantecas para la industria panificadora.
Por otro lado, las pastas oleaginosas se emplean en la elaboración de alimento balanceado para los diversos tipos de ganado y la palma de aceite se transforma para la elaborar combustibles, productos cosméticos, compuestos de uso farmacéutico, barnices plásticos, lubricantes y agroquímicos.
Estadísticas de la Asociación Nacional de Industriales de Aceites y Mantecas Comestibles A. C., reportan que México se ubica en el 11° lugar a escala internacional como procesador de semillas y frutos oleaginosos, con una producción de 6.9 millones de toneladas métricas.