El henequén pertenece a la familia de las agaváceas, es originario del área oriental de la Península de Yucatán, en donde se le conoce como “ki” o “sisal”.
El henequén, según el Centro de Investigación Científica de Yucatán, fue domesticado desde la época prehispánica por los mayas, debido a la utilidad de sus fibras. El henequén es una planta resistente a la sequía, a plagas y enfermedades, cuyas hojas crecen grandes, lanceoladas y carnosas de color blanco azulado o blanco-grisáceo, y de las cuales se extrae la fibra que se emplea en la industria textil.
Además de la fibra con la que se elaboran cuerdas, sogas, sacos, hilos, entre otros, de este agave se aprovechan: el residuo del desfibrado como abono en zonas donde los suelos son muy pedregosos y poco fértiles, las pencas que sirven como forraje para alimentar ganado y por su belleza como plantas ornamentales.
El henequén, a lo largo de la historia, ha sido fuente de riqueza, es una planta muy generosa, pues se emplea en la fabricación de artículos de limpieza, alfombras, telas, artesanías, en materiales de construcción, aquí cabe resaltar que sus duras fibras están remplazando la fibra de vidrio en la industria automotriz.
Por otro lado, se ha contemplado elaborar bioetanol a partir del jugo de este agave, pues cada año en Yucatán se desperdician millones de litros de jugo, los cuales con la tecnología adecuada, producirían hasta cinco millones de litros de este combustible.
La zona de producción de henequén en Yucatán se realiza en 45 municipios, entre los que destacan Izamal, Telchac y Motul, esta contabiliza casi 12 mil toneladas, y encuentra en EEUU, Belice y Guatemala sus principales mercados de exportación.
Sabías que…
En el siglo XIX el henequén produjo tanta riqueza que el trabajo de este material se extendió a Cuba, Tanzania y Brasil. Desafortunadamente toda la opulencia terminó con la aparición de las fibras sintéticas.