En el futuro las plantas pueden convertirse en fábricas eficientes de fármacos, y por qué no pensar en nuestras aliadas para atacar epidemias que ponen en riesgo a nuestra especie.
La ciencia y tecnología que nos rodea es tan común que con facilidad dejamos de percibirla. Con unos cuantos clicks tendremos garantizado electricidad, agua potable, alimentos en el supermercado y medicinas para el cuidado de nuestra salud. En la actualidad existen más de 50 proteínas recombinantes terapéuticas producidas mediante ingeniería genética o biotecnología. Una de las más conocidas es la insulina humana producida en bacterias para posteriormente ser aislada, purificada y preparada en su forma comercial. La actual vacuna de la hepatitis B se produce por ingeniería genética en levaduras, usando el antigeno aislado del virus, HBsAg.
Ahora bien, existe un área de gran desarrollo y que tiene sus orígenes en el suero que usamos para las mordeduras de serpiente, el suero antiofídico. El origen del suero antiofídico data de finales de los años 1800 cuando se descubrió que el suero de animales expuestos a la difteria o tétano eran útiles para tratar la enfermedad.
El principio es muy sencillo, para defenderse de las toxinas, el sistema inmunológico de un animal genera anticuerpos. Estos anticuerpos se acoplan o unen a partes (antígenos) presentes en un patógeno y lo señalan para que sea destruido por el sistema inmunitario.
El procedimiento tradicional de producción de anticuerpos como los del suero antiofídico, se desarrollan a partir de inmunización de caballos, lo que es un proceso lento y costoso. Los anticuerpos monoclonales pueden producirse también por distintos métodos biotecnológicos en bacterias, cultivos celulares y en plantas. Las plantas tienen la ventaja de una producción rápida y controlada.
En la actualidad existen anticuerpos biotecnológicos para patógenos, virus, cáncer o enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple. En el caso del cáncer, existe una solución biotecnológica de anticuerpos producidos contra la proteína de cáncer HER2. La proteínas HER2 está aproximadamente en un 20% de los casos de cáncer de seno, y el producto comercial se encuentra a la venta como un complemento de la quimioterapia.
El ejemplo más reciente de innovaciones biotecnológicas es la producción de tres anticuerpos producidos en plantas de genéticamente modificadas de tabaco, y que mezclados forman el ZMAPP para el control de ébola. El ZMAPP fue el tratamiento que recibió Kent Brantly y Nancy Writebol misioneros estadounidenses y sobrevivientes del virus. El desarrollo rompe los paradigmas de la obtención de fármacos de enfermedades a las que tenemos pocas o nulas capacidades de respuesta. Vale recordar que el Ebolavirus generó más de 20 000 casos y 8000 muertes en el 2014 producto de un brote en el oeste de África, y que no existe cura comercial disponible.
Lo más interesante en el caso de la producción del tratamiento del ébola es la colaboración de entidades públicas y privadas para aliarse y brindar alguna solución. Permítame detallarle el caso, las empresas MAPP Biopharmaceutical de USA dueña del anticuerpo c13c6, y se unió a la empresa canadiense Defyrus ZMab dueña de los anticuerpos m2G4 y m4G7. En USA MappBio recibió el apoyo económico del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades infeccionas (NIAID), Fondos de Proyectos de Investigación del Departamento de Defensa (DARPA) y la Agencia para la Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA). En Canadá Defyrus recibió la colaboración de la Agencia de Salud Pública de Canadá y la colaboración de la empresa estadounidense LeafBio.
No cabe dudas que la tecnología necesita mejoras para aumentar la cantidad de anticuerpos y validar la efectividad de este tratamiento, sin embargo los resultados iniciales son prometedores.
En el futuro las plantas pueden convertirse en fábricas eficientes de fármacos, y por qué no pensar en nuestras aliadas para atacar epidemias que ponen en riesgo a nuestra especie.