“El liderazgo y la participación ya no es exclusiva de un género, esto gracias a la evolución y cambio en nuestra forma de pensar. Debido a ello, una parte importante de nuestra población ha logrado empoderarse no solo para beneficio propio, sino el de su familia, su entorno y la propia sociedad.”
La mitad de la población rural en México y el mundo, se compone de mujeres, quienes producen entre el 50 y 70% de los alimentos, esto debido a sus formas de producción, que preservan la biodiversidad y la soberanía de sus familias. A pesar de su importancia en dicho ámbito, se enfrentan a más obstáculos en comparación con los hombres rurales, entre los que se destacan: la sobrecarga de trabajo debido a la división sexual del mismo, la atribución del cuidado de personas como los hijos o personas mayores, la invisibilización del trabajo que realizan en el ámbito reproductivo, productivo y para el autoconsumo, el bajo acceso a medios de producción como tierra, agua, semillas, insumos y la poca autonomía económica, entre muchos otros.
Por ejemplo: en México la mujeres rurales tienen la mayor jornada semanal, comprendida por 89 horas semanales, que implica 10 horas destinadas al trabajo no remunerado, por lo que trabajan 31 horas más que los hombres a la semana, mientras que su salario promedio corresponde al 75% de los hombres, es decir, ganan 25% menos que ellos.
Ante dicho panorama FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), ha reconocido que las mujeres rurales son responsables de la producción de más de la mitad de alimentos en el mundo y que es posible alimentar a 150 millones de personas más en el mundo, si las productoras agrícolas contaran con las mismas condiciones que los hombres.
Por ello, es necesario realizar un impulso al desarrollo rural a partir de un enfoque de género, donde el ámbito económico no sea el único que se promueva, sino también el desarrollo humano y permita contrarrestar estereotipos arraigados en el sector.
Educampo, Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural, A.C., trabaja con un programa que está destinado a las mujeres rurales denominado: “En Pro de la Mujer”. En el que además de impulsar un proyecto productivo, se trabaja con el desarrollo humano de las beneficiarias, que comprende los aspectos relacionados con su autoestima, toma de decisiones en la economía familiar, división del trabajo, roles de género, entre otros temas que posibilitan la identificación de las situación de estas mujeres, para orientar la intervención al trabajar con ellas y promover la disminución de inequidades.
“Es necesario recalcar que no será posible lograr un desarrollo rural sustentable y erradicar la falta de seguridad alimentaria, si los esfuerzos excluyen a más de la mitad de la población rural.”