trigo

Algunos problemas de salud pública no son exclusivos de las personas que los padecen, sino que es derivado de asuntos aún más profundos, de los cuales, no se contemplaban como la causa aparente. Gracias a nuevos procesos, podríamos lograr su erradicación.”

Por: The Conversation

Los científicos están dedicándose a los cultivos súper nutritivos que ayuden a resolver el hambre en el mundo. La biofortificación, mejora la concentración de micronutrientes de los cultivos básicos, en el que se ofrece una solución sostenible al hombre.

Aproximadamente 155 millones de niños increíbles en el mundo, están crónicamente desnutridos a pesar de las mejoras dramáticas de las últimas décadas. Por ello, los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), incluyen el hambre cero. Pero, ¿Qué es lo que entendemos por hambre?

Puede comprenderse a la falta de alimentos o la escasez generalizada de alimentos causada por la guerra, la sequía, la pérdida de cosechas o las políticas gubernamentales. Pero como investigadores, su interés es en un tipo diferente de hambre, uno que es menos visible pero igualmente devastador. Las deficiencias de micronutrientes, también conocidas como hambre oculta, ocurren cuando hay falta de vitaminas y minerales, esenciales en la dieta de una persona. Esta afección afecta a más de 2 mil millones de personas en todo el mundo, que puede contribuir al retraso del crecimiento, al desarrollo cognitivo deficiente, a un mayor riesgo de infecciones y complicaciones durante el embarazo y parto. Los impactos más amplios de las deficiencias de micronutrientes son a nivel social y económicamente, también establecidos.

La suplementación y el enriquecimiento de los alimentos, se han utilizados durante mucho tiempo, en todo el mundo, para aliviar las deficiencias de micronutrientes. Ambas estrategias cuentan con altas relaciones costo/beneficio. Pero como requieren una inversión repetida, debido a su sostenibilidad limitada, estos suplementos se pueden usar para tratar deficiencias de micronutrientes múltiples, pero este es un enfoque de recursos intensivos y no aborda la causa del problema: insuficiencia dietética.

Mientras que la fortificación de alimentos, mejora la calidad nutricional, aquí los micronutrientes se agregan a los alimentos consumidos de manera regular, en la etapa de procesamiento. Esta estrategia se puede implementar a nivel poblacional y no requiere que las personas cambien sus hábitos alimenticios.

En Reino Unido por ejemplo, la harina se ha enriquecido con calcio desde la Segunda Guerra Mundial, cuando se anticipó un suministro reducido de productos lácteos. Actualmente muchos alimentos están fortificados como el pan, productos de cereales y grasas para untar. En países en desarrollo, esta fortificación se está impulsando a través del trabajo de organizaciones como la Alianza Mundial para una Nutrición Mejorada (Gain, por sus siglas en inglés), ya que en los programas de enriquecimiento a gran escala, han mejorado el contenido de micronutrientes de una gama de alimentos básicos en más de 30 países. Como muestra, la Asociación Universal de Yodación de Sal, Gain/UNICEF han protegido a 466 millones de personas en 14 países contra los efectos debilitantes de la deficiencia mental y el bocio (crecimiento anormal de la glándula tiroides).

La gran desventaja de la fortificación, es que familias con muy bajos recursos no pueden acceder a alimentos comercialmente procesados. Y son ellos quienes cultivan y procesan alimentos locales que a menudo son afectados por el hambre oculta. Una alternativa, es agregar micronutrientes en la etapa de producción agrícola, que se conoce mejor como Biofortificación, que usa técnicas convencionales de fitomejoramiento para mejorar la concentración de estos micronutrientes de los cultivos básicos. Y se logra al cruzar variedades estándar con sus parientes silvestres, durante varias generaciones.

Esta estrategia se desarrolló por primera vez en la década de los 90´s y ahora es una organización que lleva por nombre HarvestPlus, la cual, cuenta con el apoyo del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido. Esta organización ha centrado sus esfuerzos en el hierro, el zinc y la vitamina A, que se identifican como las tres deficiencias de micronutrientes más prevalentes a nivel mundial. Entre los cultivos biofortificados se encuentran: el maíz de vitamina A, la batata de vitamina A, el frijol de hierro, el mijo de perla de hierro, el arroz de zinc y el trigo de zinc, que se han introducido en muchos países de África, Asia y América Latina. HarvestPlus tiene como objetivo llegar a 100 millones de personas con cultivos biofortificados para 2020.

La biofortificación tiene varias ventajas sobre la fortificación, donde después de la inversión inicial para el desarrollo de la semilla biofortificada, se puede replicar y distribuir sin ninguna reducción en la concentración de micronutrientes. Lo que lo hace realmente rentable y sostenible, además los cultivos biofortificados suelen ser más resilientes a las plagas, enfermedades, temperaturas más altas, la sequía y cualidades esenciales, que en muchos países presentan cada vez más susceptibilidad al cambio climático. Por lo que es más importante para la nutrición, que estos cultivos biofortificados lleguen a personas más pobres y vulnerables del mundo.

Cada cultivo biofortificado requiere un desarrollo y una evolución meticulosa, que garantice la concentración de micronutrientes suficientes para tener un impacto considerable en el estado nutricional, que los agricultores y consumidores adopten estas nuevas variedades fortificadas. Además las investigaciones, han demostrado altos niveles de aceptación del consumidor, en especial cuando se implementan campañas de información y concientización.

La Universidad de Central Lancashire, en conjunto con colaboradores internacionales, investigan el impacto del trigo de zinc biofortificado en una comunidad rural en el noroeste de Pakistán, donde más del 40% de las mujeres muestran una deficiencia de zinc. Su dieta es limitada, pero la harina de trigo, se usa todos los días para hacer chapatis. La concentración del zinc en el suelo es muy baja y permite experimentar con la “biofortificación agronómica” o la aplicación de fertilizante enriquecido con zinc. En el estudio se determina la rentabilidad de las estrategias combinadas.

La biofortificación es una solución parcial, que debe ir de la mano con los esfuerzos de reducción de la pobreza, la inseguridad alimentaria, las enfermedades, el saneamiento deficiente, la desigualdad social y de género. Su potencial contribuye a la erradicación del hambre oculta y al objetivo de la ONU por erradicar con todas las formas de hambre y malnutrición, para el año 2030.

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