La alcachofa es fruto de la alcachofera (Cynara scolimus); es una planta de larga duración, que alcanza hasta de 2 metros de altura, de hojas muy onduladas, sin espinas, de color verde pálido e hilos blanquecinos en su parte inferior.

En lo alto de sus tallos crecen las alcachofas en forma de capullos con muchos pétalos muy juntos. Cuando envejecen dichos pétalos, se hacen más duros y dejan de ser comestibles, ya que aparecen flores en su parte superior.

Es proveniente del Noreste de África y aparentemente conocida por los griegos y los romanos.
El nombre científico de la alcachofa proviene, según la mitología griega, de una doncella muy hermosa llamada Cynara, de la cual se enamoró Zeus. A quién decidió convertir en su diosa y llevarla al Monte Olimpo.

Como Cynara extrañaba a su familia, volvió a la tierra a visitar su hogar.
Zeus, enfurecido y decepcionado, la convirtió en la primera alcachofa.

En la Edad Media  fue introducida en Italia y España, lo que mejoro el cultivo del cardo y así se obtuvo la alcachofa.

Consumida de manera regular en Italia en el siglo XV. Mientras que en Francia, fue introducida por Catalina de Médicis, ya que le gustaba comer corazones de alcachofa al igual que a el Rey Sol, Luis XIV de Francia.

Los navegantes españoles y franceses introdujeron la alcachofa en América, dónde es cultivada en el área de California y otras zonas de clima templado. Esta hortaliza también se cultiva en todos los países de la Cuenca Mediterránea.