fertilizacion cultivo de vid 2

Para realizar un trabajo de fertilización, conviene pensar cómo se ha comportado el viñedo en cuanto a enfermedades, plagas, accidentes climáticos, vigor, rendimiento y calidad de la uva. Ya que el vigor nos dará la respuesta necesaria para actuar en el siguiente ciclo”.

Cuando se decide llevar adelante un programa determinado en un cultivo, el objetivo principal es el de aumentar los rendimientos. Esto es fácilmente cuantificable en los cultivos anuales, en los cuales las diferencias de rendimiento pueden medirse de un año a otro, y así poder evaluar las respuestas a las fertilizaciones practicadas. En los cultivos perennes, el enfoque con el que se encaran estos programas es un poco diferente, porque además de potenciar la producción de un año, debe contemplarse el mantener equilibrada la planta para poder generar la estructura adecuada para sostener esa producción año a año. Es por ello, que la práctica de la fertilización debe ir acompañada con un manejo adecuado de otros aspectos culturales como el riego, la poda y los aspectos sanitarios.

En el caso de la vid, como cultivo perenne, se ajusto a los mismos criterios de manejo pero con un matiz diferente. Es bien sabido, que cuando se aumentan los rendimientos, normalmente los mismos se consiguen a expensas de la calidad del producto final y esto en viticultura es muy importante de tener en cuenta, por lo que se ha asumido que mientras menos produzca la planta, dentro de ciertos niveles mejor, en términos cualitativos. Esto hace que cualquier programa nutricional deba manejarse con más cuidado aún, en pos de mantener esa calidad.

Aún así, la pregunta que podría plantearse es: ¿pueden aumentarse los rendimientos sin perder calidad? O mejor aún ¿pueden aumentarse los rendimientos y la calidad?

Ciclo de crecimiento de la planta de vid

Conocer como crece y se desarrolla la planta de vid es el primer paso para entender como actuar sobre ella, esto es clave, para trabajar en nutrición de cultivos.

La brotación ocurre en promedio, cuando la temperatura media diaria supera los 10ºC. El crecimiento posterior, dependerá de una serie de factores tales como: los ambientales, culturales y sanitarios.

El número total de brotes que se desarrollarán serán en función del sistema de poda elegido. En términos generales, la acumulación de biomasa en los brotes, sigue un patrón lineal desde la brotación hasta el cuaje para luego disminuir. La tasa de crecimiento de los brotes es máxima al comienzo del ciclo, alcanzando su pico dos a tres semanas antes de la floración. Luego, decae el ritmo hasta el momento del envero, en que se hace mínimo. A partir de este momento, cualquier crecimiento es indeseable ya que será competidor de los granos, por los azúcares fundamentalmente.

El desarrollo de la canopia y su tamaño, dependerá de la taza de expansión foliar, del crecimiento de los brotes y de las prácticas culturales. Este desarrollo sigue una relación lineal con el aumento de la temperatura desde brotación hasta el inicio del crecimiento de los frutos. También, se verá afectada por el marco de plantación elegido, siendo mayor a medida que la proximidad entre plantas aumenta. Aun así, para un mismo cultivo, el comportamiento será diferente de un sitio a otro.

En cuanto al tronco, la tasa de crecimiento alcanza su máximo en antesis, luego decrece, alcanzando un segundo pico de crecimiento después de comenzado el envero. El incremento estacional de crecimiento, varía con las condiciones en las cuales se produce dicho crecimiento y con el genotipo.

Con respecto a los cordones, la biomasa particionada, dependerá fundamentalmente del sistema de conducción elegido.

Se ha determinado en diversos estudios que el crecimiento de las raíces se da fundamentalmente en dos períodos durante el ciclo anual del cultivo. El primer aumento en el ritmo de crecimiento, se produce en la primavera, apenas comenzada la brotación alcanzando su pico en antesis, momento a partir del cual cae significativamente para volver a retomar el crecimiento sobre el final del ciclo, especialmente después de la cosecha. De todas formas, independientemente del ritmo de crecimiento de las raíces, las mismas, en mayor o menor medida, continúan creciendo durante todo el ciclo del cultivo.

Luego de la antesis, cuando se produce una marcada disminución en el crecimiento radicular, comienza una etapa que se caracteriza por una intensa acumulación de azúcares.

Tronco, cordones y raíces, forman las estructuras permanentes de la vid, las cuales son fundamentales para entender el aprovechamiento de los nutrientes.

La vid tiene un comportamiento distinto respecto de algunas especies frutales, en el sentido que en aquella, la antesis se produce luego que ha ocurrido determinado crecimiento vegetativo. A partir de la antesis, comienza el crecimiento del fruto, el cual normalmente se ve representado por una curva de doble sigmoide.

El crecimiento de la baya de la vid, se caracteriza en general por presentar tres fases más o menos definidas. Las fases I y III muestran un crecimiento rápido debido a una activa multiplicación celular. Es decir el crecimiento es por aumento en el número de células.

La fase II se caracteriza por muy poca elongación. Aquí comienza el desarrollo de las semillas.

En la fase III comienza la expansión celular por acumulación de agua y azúcares. El envero comienza con el inicio de la fase III. En esta etapa, el crecimiento se produce por aumento del volumen celular.

El peso final de los granos maduros, estará determinado por el número de células, el volumen y la densidad de las mismas. Así mismo, el número de células a cosecha está influenciado por las condiciones que se desencadenen desde 2 a 3 semanas antes de antesis, hasta la primera fase de crecimiento del fruto; y el volumen y densidad de las mismas estará influenciado por lo que ocurra a partir del envero.

La taza del crecimiento de los brotes, tronco y raíces, alcanzan sus picos antes de antesis y sobre el final del ciclo. Esto no hace más que indicar que un órgano es competidor, en términos de crecimiento con otro, por los nutrientes, agua y fotoasimilados, que una planta equilibrada estará en condiciones de respetar esos ciclos.

La alternativa que se produce en los distintos crecimientos, responde a un equilibrio hormonal interno determinado. Este equilibrio hormonal, se establece entre las hormonas promotoras del crecimiento vegetativo, hormonas promotoras del desarrollo reproductivo, hormonas promotoras del traslado fotoasimilados y las hormonas vinculadas a las situaciones de estrés.

El ritmo en que se sintetizan estas hormonas, indican que también hay un componente estacional en dicha síntesis, alcanzándose los picos en forma acompasada (sigue un ritmo o compás) con el crecimiento.

Los nutrientes, juegan un rol fundamental en la promoción de síntesis hormonal. Un manejo tal que origine un desbalance nutricional, redundará en un desbalance hormonal en el cultivo, lo que podría causar algunos desfases en el crecimiento, pudiendo llegar a competir en un determinado momento, dos o más órganos por nutrientes, agua y especialmente azúcares, con lo que se comprometería tanto el rendimiento como la calidad del producto final.

 

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