Views: 5
En las últimas dos décadas, México ha escrito una historia de éxito agrícola con tinta roja, azul y morada: la historia de las berries. Lo que comenzó como una producción localizada y de pequeña escala, se ha transformado en una industria estratégica que genera miles de empleos, millones de dólares en exportaciones y un posicionamiento internacional envidiable.
Fresas, arándanos, frambuesas y zarzamoras mexicanas hoy cruzan fronteras y compiten —sin complejos— en los anaqueles más exigentes del mundo. Su sabor, frescura y calidad han conquistado paladares desde Estados Unidos hasta Asia. Sin embargo, detrás de esa dulzura hay un camino técnico, logístico y estratégico que no puede pasarse por alto.
El éxito de este sector no se limita al campo. Se construye también en los centros de empaque, en los túneles de preenfriado, en las rutas de transporte refrigerado y en las innovaciones digitales que permiten monitorear cada paso del viaje desde la planta hasta el consumidor. La cadena de frío, la inocuidad, el empaque inteligente y la trazabilidad se han vuelto tan importantes como la variedad genética o el tipo de suelo.
Hoy, mientras el mundo demanda alimentos más frescos, sostenibles y con valor agregado, México tiene una oportunidad única: consolidar su liderazgo como proveedor confiable de berries de alta calidad. Para lograrlo, el sector debe mirar más allá del corto plazo. Debe invertir en innovación, adoptar tecnologías de agricultura de precisión, diversificar mercados y profesionalizar cada eslabón de la cadena.
Las proyecciones para 2025–2030 son alentadoras: más producción, más regiones emergentes, más oportunidades de exportación. Pero también traen consigo grandes responsabilidades: cuidar el recurso hídrico, mejorar las condiciones laborales en el campo, reducir mermas post cosecha y responder a consumidores cada vez más informados.
Desde TecnoAgro, creemos que el futuro de las berries mexicanas no solo depende de lo que se cultive, sino de cómo se cultive, procese, enfríe, transporte, empaque y promueva. Porque en cada frambuesa perfecta hay ciencia, estrategia y pasión.
Y porque esta historia, aunque exitosa, apenas comienza.