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Los enredos azucareros

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La producción de caña y azúcar volvió a verse envuelta en dimes y diretes de abasto, precio y cupos de importación.

 

Una vez más este sector experimentó los jaloneos del gobierno federal por bajar los precios y el de los productores e industriales por mantenerlos al alza.

 

A un mes de que iniciara la zafra 2009/2010, la Secretaría de Economía decidió abrir un cupo de importación por 550 mil toneladas, ya que los precios al consumidor se habían duplicado, llegando al pico más alto en septiembre.

 

La intención del gobierno federal era romper con la especulación sobre el abasto del endulzante, ya que desde mayo del año pasado los precios comenzaron a subir paulatinamente.

 

En principio, el alza obedeció a la presión internacional sobre el abasto del producto, ya que los inventarios mundiales registraron bajas y no se preveía un buen panorama para las cosechas.

 

A este escenario se sumó el factor nacional: la producción de la zafra 2009/2010 sería 10 por ciento menor porque se dejaron de sembrar tierras ante el encarecimiento de los insumos, aunado a un pobre rendimiento en las cañas.

 

Para aderezar esta mezcla, se presentó el factor de la especulación y fue así que el bulto de los 50 kilogramos en el mercado al mayoreo rebasó los 600 pesos, cuando venía de precios promedio de 300.

 

El punto más álgido fue en septiembre y en ese mismo mes el gobierno abrió el cupo de importación.

 

Arrancó la zafra en octubre y comenzó a entrar el endulzante importado, pero para sorpresa de los consumidores, los precios no bajaron significativamente.

 

Así que en plena zafra nacional el gobierno federal volvió a anunciar un cupo de importación para que la sensación de desabasto y la especulación se acabara.

 

El nuevo cupo fue por 250 mil toneladas.

 

La noticia cayó como bomba a la agroindustria azucarera y los precios empezaron a ceder.

 

Para esta cadena productiva la autorización de cupos era innecesaria, debido a que existían los inventarios suficientes para enfrentar la demanda del mercado nacional.

 

Sin embargo, los inventarios de los ingenios no coincidían con los de la Secretaría de Economía, así que se dio paso a los cupos.

 

Las medidas del gobierno sí dieron resultados, pero en los precios de los ingenios del país, ya que el azúcar al consumidor final apenas ha bajado 2 por ciento en lo que va del año.

 

Mientras que a los ingenios el precio pasó de más de 600 pesos por bulto a 450 pesos.

 

Así que los productores de caña tomaron sus propias medidas para reactivar el precio, ya que de ese precio depende el pago de sus cosechas.

 

Fue cuando por segundo año consecutivo controlaron la salida del azúcar de los ingenios, prohibiendo la venta por debajo de los 500 pesos.

 

La cronología de los hechos pareciera irreal, pero lo cierto es que esta agroindustria tiene la capacidad de contrarrestar las acciones del gobierno federal y más aún de controlar al mercado a pesar de su baja productividad.

 

Países como Guatemala, Colombia y otros centroamericanos tienen mejor productividad que México.

 

Los rendimientos por hectárea son pobres comparados con los de otros países y ni hablar de los rendimientos en fábrica.

 

Es necesario que este sector rompa con las rachas de dimes y diretes y demuestre que el gran valor que tiene México en sus cañeros e ingenios puede hacer del país una potencia azucarera y hasta etanolera.

De lo contrario el país se quedará rezagado como en muchos otros temas.

Karla Martínez

Periodista especializada en el Sector Agropecuario

kalmagu@gmail.com

 

 

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