Editorial

El cambio climático es para muchos una consecuencia natural, acelerada por el desarrollo industrial. La revolución Industrial no hizo más que ser el inicio de las consecuencias ambientales que a la fecha enfrentamos.

Por mencionar algunos datos el año 2008 fue considerado el más caliente y el más frío. La concentración de CO2 ha sido registrada como la más alta de los últimos 650 mil años.

Con estos datos podemos comprender el gran desafío al que nos enfrentamos.

Si fue antes de tiempo o no, el hecho es que ya está aquí, y las medidas ambientales a tomar para desacelerar su proceso no deben de distraernos de las medidas a tener presentes para mitigar el impacto en el agro mexicano. Por mencionar sólo algunos de sus efectos, tenemos los cambios en los patrones de distribución espacial y temporal del régimen de lluvia y temperaturas, que modifican la humedad ambiental y del suelo, lo que afecta la recarga de mantos freáticos. Lo anterior ya está causando estragos, como muestra tenemos las lluvias de días pasados que han afectado el calendario de zafra en algunos cañaverales.

 

Si bien, el porcentaje de la población rural ha ido disminuyendo con los años, lo cual por si mismo ya significa un serio problema para el desarrollo agrícola, es aquí donde contamos con la mayor parte de la población que vive en pobreza extrema. Y los cambios climáticos no sólo modifican los ciclos agrícolas, también afectan la calidad de vida de quien tiene que desplazarse cada vez más lejos por agua. Los problemas de erosión, desertificación y deforestación se agudizarán, lo anterior combinado con las modificaciones en los patrones de temperaturas, llevará a un desplazamiento y reducción de las zonas templadas y por consiguiente de sus cultivos, y así podríamos continuar con una larga lista de situaciones a resolver.

Afortunadamente, ya se tiene la intención de que en nuestro país, la investigación de la mano de políticas públicas estarán encaminadas a mitigar el impacto, para poder tomar las medidas pertinentes.

El camino a recorrer inicia desde la formación de profesionistas capacitados en la toma de decisiones de acciones inmediatas y a largo plazo que mitiguen la vulnerabilidad a la que nos enfrenta esta situación.

El nivel de difusión sobre esta situación, su impacto y las medidas a tomar, no debe restringirse al ámbito académico, es menester de las instancias implicadas, desarrollar programas para que la información llegue a todos los niveles de la población. Lo anterior contribuirá a conseguir una más rápida adaptación, tanto a las consecuencias como a las medidas a tomar para que la población y por consiguiente las actividades económicas sean menos vulnerables a los cambios implícitos en estas nuevas circunstancias ambientales.

Como podemos observar los retos continúan, de la crisis financiera a la ambiental, los mexicanos tenemos un interesante camino por recorrer.

Ing. Agr. Norma Ordoñez

agronor_1@yahoo.com.mx

 

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