Las berries agrupan a frutillas carnosas, pequeñas, comestibles como la fresa (Fragaria × ananassa (Weston Duchesne), frambuesa (Rubus idaeus L), y zarzamora (Rubus sp.) entre otras.
En el mundo se siembran alrededor de 123,049 hectáreas con un rendimiento promedio de 7.9 ton/ha. y una producción total de 984,116 ton. En nuestro país se siembran alrededor de 12,963 hectáreas con un rendimiento promedio de 19 ton/ha. y una producción total de 248,512 ton. (FAO, 2016).
Como todos los organismos, las berries establecen relaciones con microorganismos (algas, hongos, oomycetos, bacterias, fitoplasmas, espiroplasmas, virus, viroides y nemátodos) tanto en la filósfera, rizosfera o internamente en la planta. Estas relaciones pueden ser perjudiciales (enfermedades) o benéficas.
Dentro estas últimas los principales géneros que se han explotado para beneficio del cultivo de las berries a gran escala sobresalen Trichoderma, Pseudomonas y Bacterias benéficas.
Las rizobacterias benéficas que promueven el desarrollo vegetal tienen efectos benéficos en los rendimientos de los cultivos.
Los beneficios de la inoculación de estos géneros a la raíz de las plantas incluyen el control de agentes causales de enfermedades, antagonismo, antibiosis.
Una colonización agresiva por estos antagonistas desplaza especies rizosféricas patógenas disminuyendo el riesgo de reducción del crecimiento vegetal o el daño en la planta. Los microorganismos benéficos, como las bacterias, producen antibióticos que antagonizan a los microorganismos patógenos, producen compuestos que quelatan al hierro (sideróforos) y que hacen menos disponible este elemento para los patógenos; compiten por sitios de infección, etc…
Para que esta colonización por microorganismos benéficos sea exitosa estos microorganismos deben irse a las zonas adecuadas de la raíz, adherirse a ella, emplear sustratos disponibles y multiplicarse sobre la raíz.
Otras ventajas del uso de bacterias benéficas es la acción sobre los nutrientes: el nitrógeno se encuentra en el suelo en forma orgánica, pero de esta forma no lo puede absorber la planta sino que debe ser transformado a forma mineral por la acción de los microorganismos que hay en el suelo convirtiéndolos en nitratos, lo mismo sucede con el fósforo al cual las bacterias benéficas mineralizan haciéndolos accesibles a la planta.
Las bacterias de vida libre fijan el nitrógeno ambiental y se conocen como bacteria aerobias.
También hay bacterias benéficas que estimulan el crecimiento vegetal, la producción de fitohormonas y hasta la inducción de resistencia (ISR por sus siglas en ingles).
La mineralización e inmovilización del fósforo son procesos similares a la mineralización e inmovilización de nitrógeno y en cierto modo están relacionados, ya que las condiciones que favorecen la mineralización del nitrógeno favorecen la del fósforo.
Es muy común que por el abuso de agroquímicos y labores culturales agresivas, la biota microbiana de los suelos disminuya significativamente. Este decremento en la población afecta el desarrollo de las plantas, al facilitar la colonización de los patógenos en un suelo libre de competidores, y al carecer de los organismos benéficos que facilitan el crecimiento de las plantas.
En situaciones donde existe una biota microbiana reducida en el suelo derivada, por ejemplo, de la aplicación de algún fumigante (cuyo principal objetivo es reducir la población de patógenos de suelo) es de suma importancia recuperar la biota microbiana, y la mejor opción es con microorganismos benéficos.
Otra de las situaciones comunes donde es de suma utilidad la incorporación de microorganismos benéficos es en la producción masiva de plántulas, donde los sustratos utilizados generalmente son esterilizados con el afán de prevenir enfermedades en las primeras etapas de la plántula. En estas situaciones se ha observado que la aplicación de hongos y bacterias benéficas crea condiciones para un mejor desarrollo radicular y plantas más vigorosas. En muchos estudios se ha observado un aumento de la cantidad y tamaño de pelos absorbentes, así como, en el tamaño de las raíces. Muchas de estas bacterias que son aplicadas para beneficio de las plantas viven en las raíces beneficiándose mutuamente. Las bacterias se alimentan de los exudados de las raíces y a cambio las bacterias protegen las plantas de enfermedades y facilitan su crecimiento, lo cual repercute en una mayor producción.
Es recomendable inocular las semillas y el microrganismo se multiplicará antes de establecerse en la radícula emergente.
Es de suma importancia que este tipo de organismos formen parte de un manejo integrado del cultivo y es preferible utilizaros de manera preventiva.
