“

"De no implementar alguna alternativa que sea más amable con el medio ambiente, la consecuencia es más grave y puede perjudicarnos. No obstante la implementación de algunas técnicas permiten valorar y priorizar los beneficios que tiene cada una.”

La agricultura urbana se compone principalmente de la agricultura vertical, la cual se práctica para producir alimentos en capas apiladas en superficies inclinadas o integradas en otras estructuras de manera vertical.

Esta idea no es algo nuevo, ya que en 1915, Bailey fue quien acuñó el término de "agricultura vertical". Desde esa fecha, tanto los arquitectos como los científicos hacia fines del siglo XX, trabajaban en la idea de producir alimentos en espacios urbanos, debido al crecimiento de la población y las presiones ejercidas sobre los recursos para producir alimentos.

En Dinamarca se intentó implementar el concepto de integración agrícola, dentro de un entorno construido, en una casa, en 1950. En él, se trataron de cultivar berros a gran escala. A la agricultura urbana actualmente se le conoce como el cultivo realizado en un entorno totalmente controlado, en estructuras verticales y que están siendo atractivas para muchos países.

En las últimas dos décadas, científicos de Estados Unidos, Europa y algunos países asiáticos, realizan investigaciones que permiten el desarrollo y poner en la realidad dicho concepto. Países como Corea del Sur, Japón, China, Singapur, Italia, Holanda, Estados Unidos, Reino Unido, Jordania, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Canadá, son quienes avanzan en el desarrollo de proyectos de este tipo de agricultura.

La tecnología agrícola vertical ha sido una solución para los problemas de la limitada superficie apta para la agricultura, del uso racional del agua, así como de mejores recursos que proporcionen suministros sostenibles de alimentos, tanto en países en desarrollo, como en países subdesarrollados.

Los avances en tecnología hidropónica y aeropónica, la iluminación por LEDs, la energía suministrada por células solares, entre otros, hoy son posibles en ciudades u hogares individuales para crear centros de producción, como el consumo integrado de las comunidades urbanas y suburbanas. Por ello, es posible cultivar dentro de una ciudad con edificios de varios pisos, empleando poca tierra para producir alimentos enviados hacia el consumidor final.

Impacto de la agricultura vertical y la huella ecológica

La huella ecológica se deriva de las actividades agrícolas globales y son del tamaño de Sudamérica, casi 17.840.000 km2. La Asociación para la Agricultura Vertical (AVF), es una organización sin fines de lucro, que centra los avances de la agricultura urbana y vertical, realizando tecnologías, diseños y negocios. Dicha asociación y otros autores han observado que pueden generar beneficios ambientales de la agricultura hidropónica, no solo eso, sino también económicos y sociales.

En regiones donde existen condiciones de tierra seca, resulta pertinente, ya que estas regiones ocupan el 41,3% del planeta, que equivalen a 6,090 millones de hectáreas distribuidas principalmente en Europa mediterránea, Asia, el Norte de África, América, África del norte y la mayor parte de Australia.

Dentro de los problemas por resolver, se encuentran: el uso de fertilizantes que conducen a la escorrentía agrícola (agua proveniente de campos agrícolas) que ocasiona la eutroficación (mala calidad del agua) de lagos, embalses y acidificación oceánica.

El 80% de agua es utilizada, es agua dulce para la agricultura a nivel mundial. Además el transporte de alimentos genera grandes residuos de estos y emiten gases de efecto invernadero (GEI). Debido a la creciente demanda de alimentos en la población mundial, para el 2050, se espera que sea de 10 mil millones de personas, de las que el 80% de la población viva en áreas urbanas y lo que incrementará dicha demanda en las ciudades.

Las emisiones totales de GEI, que se reportaron en 2013 en México, fueron de 633 MtCO2e, que contribuyen con la agricultura en 80 MtCO2e. Lo que representa casi el 12,6% de las emisiones totales del país y el 0,74% son de las emisiones de GEI por la agricultura mundial. Los impactos de la huella ecológica por la producción y transporte de productos agrícolas, puede reducirse en comparación con la agricultura convencional. Ya que los países situados en zonas subtropicales con el consumo de energía requerido por las instalaciones agrícolas protegidas, puede suplirse con energía solar.

Los beneficios que representa la agricultura vertical son amplios y hay que tomar en cuenta los problemas que pueden surgir en los proyectos de producción alimentaria basados en la agricultura vertical.

Las unidades a gran escala, deberían producir alimentos a un costo menor para el consumidor final a diferencia de los cultivos convencionales. Para alcanzar este objetivo, la selección de tecnología para el control ambiental dentro de estos edificios con respecto a la iluminación, temperatura, flujo, recirculación, polinización y la provisión de plantas, son factores importantes necesarios para el éxito de estos. De esta manera, es vital tomar en cuenta las cuestiones de financiamiento, incluyendo el costo de la tierra.

Los sistemas de cultivo sin suelo no resultan automáticos para las hortalizas de alta calidad, ya que algunos consumidores perciben su calidad inferior comparándola con productos cultivados en el suelo.

Algunos estudios confirman que los sistemas de cultivo sin tierra pueden aumentar la producción de hortalizas y lograr una mejor eficiencia de agua, sin perdidas de calidad a diferencia de los cultivos en suelo. Los precios de los productos en los supermercados o tiendas de conveniencia no consideran externalidades y otros costos que se relacionan con la producción insostenible que prevalece en todos los países.

Con todo ello, la agricultura protegida y su evolución hacia la agricultura vertical, podría contribuir en la reducción de factores sociales, económicos y medioambientales.