En un gobierno, la palabra planeación debería ser el punto eje para diseñar los programas y apoyos que impulsen la actividad agropecuaria, sin embargo, poco se pone en práctica el significado de esta palabra.

 

Lectores de esta revista nos hicieron llegar sus comentarios sobre la preocupación de la falta de agua a nivel nacional y la existencia de sistemas de riego que no se utilizan porque no están ubicados en las zonas productivas, o de la creciente importación de productos por la menor producción nacional. Ambas preocupaciones tienen como raíz la falta de planeación.

 

Saber cuál es la vocación de la tierra, para qué es más productiva es la primicia de cualquier gobierno federal y estatal, para que con base en esa información se diseñen los programas de apoyo en riego, insumos, infraestructura, maquinaria, apoyos directos, financiamiento, transferencia de tecnología, entre otros.

 

Lamentablemente, han transcurrido 6 años más, sin que la planeación sean la primicia del campo mexicano, se siguen privilegiando los intereses políticos y hasta personales para diseñar los programas, es por ello que hoy el País enfrenta situaciones alarmantes y estresantes en la producción.

 

Lo que sucedió en el 2007, cuando se desató la llamada crisis de la tortilla, porque los engordadores prefirieron abastecer su demanda con maíz blanco y derivó en un desabasto que se tuvo que compensar con importaciones, es un ejemplo. Otro más, es el que sucedió en Sinaloa, cuando las heladas afectaron la producción del Estado que tiene la principal producción de grano a nivel comercial. Y una vez más el problema se debió compensar con importaciones.

 

Fue a raíz de este segundo caso y a la presión y los ojos puestos en el campo, que se planeó diversificar la producción de maíz hacia los Estados donde no hay problemas de agua como es el sureste del País.

 

Para nadie es un secreto que el campo mexicano está dividido entre los que producen con altos rendimientos que es en el norte del país y los que producen para subsistir en el sureste de México, pero donde el agua no es un problema.

 

Sin embargo, fue hasta el año pasado que se empezó a planear para impulsar y apoyar la producción de maíz en esta zona del País y eso explica las cosechas récord que se registran en la mayoría de los Estados, permitiendo al agricultor de autoconsumo tener un ligero excedente, que si continúa se convertirá en cosechas para comercializarlas.

 

Esto mismo que ocurre hoy con el maíz es lo que requiere la mayoría de los cultivos y productos del campo nacional. Sin embargo, esa planeación para motivar la producción donde hay agua o donde hay los elementos para lograrlo, no se realiza y las razones pueden ser muchas.

 

Por ejemplo, este año la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) le advirtió a la Secretaría de Agricultura que habrá restricciones de agua en los distritos de riego y que cada uno de éstos debe elaborar un plan contra sequías indicando las acciones a corto, mediano y largo plazos y un programa de ejecución e informar de los recursos requeridos y fuentes de financiamiento.

 

“El plan contra sequías hidrológicas en cada distrito de riego se debe iniciar de inmediato. Urge tener una reunión con la Subsecretaría de Agricultura para trabajar en el plan Agrícola de los Distritos de Riego 2012-2013”, destaca el informe que presentó la CONAGUA, ante el Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural Sustentable.

 

La pregunta es por qué si el cambio climático y sus efectos han mostrado que las sequías son cada vez más severas y que la más reciente se padeció en el 2009, hasta que se tiene la sequía y sus efectos encima, la federación analiza la elaboración de planes de acción. En sus objetivos se lee que se deben sembrar cultivos de bajo consumo de agua que demanden los mercados y ponen ejemplos de Sinaloa y Aguascalientes en sus sistemas de riego y lo que se recomienda hacer.

 

Lo cierto es que es necesario que los productores tomen las riendas de su parcelas, de sus mecates, hectáreas o solares y como productores exijan a las cabezas de sector de sus estados y la federación un plan de acción para los años agrícolas, para las administraciones de Gobierno y que no sólo se limiten a dar programas y apoyos que no son lo que requiere la sociedad y mucho menos los productores.

 

En tiempos electorales, siempre es buen momento para exigir propuestas viables y que se vuelvan una realidad. Independientemente del color del partido, de la personalidad de los candidatos y sus ideologías, es tiempo de reflexionar y actuar para que la política agropecuaria del siguiente sexenio en realidad tome en cuenta la planeación, desde la asignación de los recursos, hasta la ejecución de los programas de apoyo y los requerimientos de los productores.

 

 

* Periodista especializada en el sector agropecuario | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

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